“Los creyentes sinceros como el trigo” y “los malvados como la paja”
“Juan les respondió a todos, diciendo: ‘Yo los bautizo con agua, pero viene uno más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias; él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero quemará la paja en un fuego que nunca se apaga’” (Lucas 3:16–17).
Al meditar en este pasaje, busquemos las enseñanzas espirituales que Dios nos da:
(1) Cuando el pueblo, que esperaba con gran anhelo la venida del Mesías, comenzó a pensar en su corazón si acaso Juan el Bautista podría ser el Mesías (Lucas 3:15, Versión del Pueblo Contemporáneo), Juan testificó claramente que él no era el Mesías, sino que el que venía después de él sí lo era.
(a) Dice Juan 1:8: “Él no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz” (Versión del Pueblo Contemporáneo: “Él no era la luz, sino que vino únicamente para testificar acerca de la luz”).
(i) El propósito del testimonio de Juan acerca de Cristo, quien es la Luz (Juan 8:12: “Yo soy la luz del mundo”; 9:5: “Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”), fue que, por medio de su testimonio, las personas llegaran a creer en Jesucristo.
(Juan 1:7, Versión del Pueblo Contemporáneo): “Vino para dar testimonio acerca de esa luz, para que todos creyeran por medio de él.”
Juan, enviado por Dios (v.6), vino conforme a la profecía de Isaías para preparar el camino del Señor, enderezar las sendas para la venida de Jesucristo, y predicó un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados (Marcos 1:2–4).
(b) La lección que aprendemos es que nosotros no somos nada y Dios lo es todo (1 Corintios 3:7). Como siervos de Dios, no debemos engañarnos creyendo que somos algo por causa de la opinión, elogio o expectativas de las personas.
(i) Cuando el pueblo, que esperaba tanto al Mesías, comenzó a preguntarse si Juan sería aquel esperado (Lucas 3:15), Juan no se engañó pensando que él era alguien importante, ni fingió ser el Mesías.
Más bien, testificó claramente que él no era el Mesías, sino solo quien vino a dar testimonio de Él (Juan 1:8).
Recordé Gálatas 6:14:
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo…” (Versión del Pueblo Contemporáneo: “No tengo nada de qué enorgullecerme, excepto de la cruz de nuestro Señor Jesucristo…”).
(2) Juan el Bautista testificó que él no era el Mesías, sino que el que venía después de él sí lo era, diciendo:
“Yo los bautizo con agua, pero viene uno más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero, pero quemará la paja con fuego que nunca se apaga” (Lucas 3:16–17, Versión del Pueblo Contemporáneo).
(a) Al meditar en este pasaje, vi un contraste entre Juan el Bautista, quien “vino para dar testimonio de la luz” (Juan 1:7–8), y Cristo Jesús, quien es “esa luz”, “el que es más poderoso que yo” (Lucas 3:16).
(i) El primer contraste: entre “yo”, Juan el Bautista, y “el que es más poderoso que yo”, Cristo Jesús.
La frase “el que es más poderoso que yo” expresa el reconocimiento de un ser infinitamente superior y todopoderoso, y una confesión humilde de la propia insuficiencia ante su grandeza.
Por eso Juan dijo: “No soy digno de desatar la correa de sus sandalias” (Lucas 3:16). En el antiguo Cercano Oriente y en Grecia, la gente caminaba descalza o con sandalias. Al entrar en una casa o durante el culto, el luto o el ayuno, se las quitaban. Los esclavos eran quienes desataban y cuidaban las sandalias de sus amos, una de las tareas más bajas y humillantes.
Si un siervo tan grande y poderoso de Dios como Juan se consideraba indigno incluso de desatar las sandalias de Jesús, ¡cuán inmensamente grande debe ser Cristo! (Comentario Hokma).
La expresión “más poderoso que yo” abarca no solo el poder de obrar milagros, sino también la fuerza suprema para soportar la cruz y salvar a la humanidad. Refleja tanto la impotencia humana como la omnipotencia divina (Internet).
Por eso, cuando Juan dijo: “Es necesario que él crezca y que yo disminuya” (Traducción común: “Él debe llegar a ser más grande, y yo más pequeño”) (Juan 3:30), debemos recibirlo como una preciosa lección de Dios y vivir realmente como Juan: humillándonos y proclamando la grandeza y majestad del Señor, aunque sea solo con alabanza.
(ii) El segundo contraste: Juan bautizó con agua, pero Cristo Jesús bautiza con el Espíritu Santo y con fuego.
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El bautismo con agua de Juan:
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Significado: Un acto simbólico de arrepentimiento, que expresa el deseo de lavar el pecado y comenzar una nueva vida.
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Característica: Un bautismo realizado por el hombre, que conduce al reconocimiento del pecado y al arrepentimiento (Internet).
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El bautismo con el Espíritu Santo y con fuego de Jesús:
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Bautismo con el Espíritu Santo:
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Significado: Jesús otorga el Espíritu Santo, quien mora en los creyentes y les concede dones espirituales.
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Característica: Capacita al creyente para una vida cristiana poderosa y lo hace nacer de nuevo en el Espíritu (Internet).
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Bautismo con fuego:
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Significado: Simboliza tanto el fuego que purifica como el fuego que juzga.
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Característica: Indica que la obra poderosa del Espíritu y el juicio de Dios vienen juntos (Internet).
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(b) Al meditar en Lucas 3:16–17, reflexioné en cómo Juan habló de Cristo diciendo: “Tiene en su mano el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero, pero la paja la quemará con fuego que nunca se apaga.”
Juan usó una imagen agrícola común para explicar la relación entre el Espíritu y el fuego: cuando un agricultor aventa el grano con el bieldo, el trigo pesado cae y se guarda, mientras la paja ligera es separada y finalmente quemada (Hokma).
Así también Cristo separará a los creyentes verdaderos de los incrédulos. Cuando Él regrese, limpiará su era como un juez que purifica su campo de trilla (Hokma).
Por eso, los creyentes sinceros como el trigo serán recogidos en el granero celestial para recibir la vida eterna,
mientras que los malvados como la paja sufrirán la destrucción eterna en el fuego inextinguible del juicio (Internet).
Aplicación: Este pasaje es una advertencia y una exhortación a arrepentirnos y fortalecer nuestra fe en preparación para el día del juicio. Para ser reconocidos como trigo en el día final, debemos recuperar la sinceridad de nuestra fe y vivir apartados del pecado y del mundo (Internet).