¡Lo que anhelamos y esperamos es la segunda venida de Jesús!

 
 
 
 
 
“El pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su corazón si acaso Juan sería el Cristo.” (Lucas 3:15) [“Como el pueblo esperaba con gran expectación al Mesías, todos pensaban en su interior si Juan no sería él.” (Biblia del Pueblo Moderno)]
 
 
 
Meditando en esta palabra, deseo recibir la enseñanza que nos da el Señor:
 
(1) Al reflexionar sobre este pasaje, comprendí que aquel a quien “el pueblo esperaba con anhelo” era el Mesías (Lc 3:15, Biblia del Pueblo Moderno).
Pensé cuán grande sería su esperanza y su deseo por el Mesías, que incluso llegaban a preguntarse si acaso Juan el Bautista podría ser él.
 
(a) En este pensamiento recordé lo que aprendí del profesor Seyoon Kim cuando estudiaba en el Seminario Fuller, acerca de las tres expectativas mesiánicas del pueblo judío (Messianic expectation):
Liberación política,
Prosperidad económica,
Justicia social.
 
(i) Cuando Juan el Bautista recorría las regiones cercanas al Jordán predicando “el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados” (Lc 3:3, Biblia del Pueblo Moderno), los judíos creían y esperaban con gran fervor que, cuando el Mesías viniera,
los liberaría del dominio del gobierno romano,
les concedería prosperidad económica,
y establecería la justicia social.
Por eso “el pueblo esperaba con gran expectación al Mesías” (Lc 3:15, Biblia del Pueblo Moderno).
Pero, ¿era bíblicamente válida la razón por la cual los judíos esperaban con tanto anhelo la venida del Mesías?
¡De ninguna manera!
El propósito por el cual Cristo, el Mesías Jesús, vino a este mundo fue liberarnos del pecado, salvarnos del reino de Satanás y trasladarnos al reino de Dios, para que podamos disfrutar de la vida eterna y de la bienaventuranza celestial.
Él no vino simplemente para traer liberación política, prosperidad económica o justicia social.
 
(b) Al pensar en las expectativas mesiánicas de los judíos, comprendí que nosotros debemos tener una expectativa cristocéntrica y bíblica, fundada en la verdad.
Esa expectativa bíblica y cristocéntrica consiste en responder con fe cuando Jesús dice:
“Sí, vengo pronto.” (Ap 22:20) respondiendo:  “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!”  Significa esperar y prepararnos con esperanza ferviente para Su venida.
 
(i) Debemos prepararnos como las cinco vírgenes prudentes que se alistaron para recibir al esposo —con fe y llenos del Espíritu Santo—, esperando así la segunda venida de Cristo (cf. Mateo 25:1-10).
Que el Señor, cabeza de la Iglesia, nos santifique y nos presente ante sí como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga, sino santa y perfecta (Ef 5:27, Biblia del Pueblo Moderno),
y que cuando Él vuelva, nos encontremos con Él en el aire y estemos para siempre con el Señor en el cielo (cf. 1 Tes 4:17, Biblia del Pueblo Moderno).