Los cristianos devotos, llenos del Espíritu, obedecen con humildad y fe la Palabra

de Dios tal como el Espíritu Santo se la hace escuchar.

 

 

 

 

“Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu entró en el templo; y en ese mismo momento los padres traían al niño Jesús para cumplir con él lo que exigía la ley.” (Lucas 2:25–27). Al meditar en este pasaje, deseo recibir las enseñanzas que ofrece:

 

 

(1) Al meditar estos versículos, me llamó algo la atención que la palabra “Espíritu” aparece tres veces: “el Espíritu Santo estaba sobre él” (v.25), “le había sido revelado por el Espíritu Santo” (v.26) y “movido por el Espíritu” (v.27). A partir de esa observación pensé: “Simeón era un hombre del Espíritu.” En otras palabras, “Simeón estaba lleno del Espíritu Santo.”

(a) La Biblia dice que este Simeón, lleno del Espíritu, era “justo y piadoso” (v.25). La palabra griega correspondiente a “justo” es dikaios (δίκαιος), que conlleva sentidos como ‘justo’ y ‘íntegro’, y designa a una persona que cumple fielmente sus obligaciones hacia Dios y la comunidad del pacto. Así, para la persona justa, la relación con Dios es lo primordial (Hoekma).

(i) La palabra griega correspondiente a “piadoso” es eulabēs (εὐλαβής), que, además de significar ‘piadoso’ o ‘devoto’, puede implicar ‘vigilancia’, ‘cautela’ o ‘temor/reverencia’. Se usaba comúnmente para describir a los judíos devotos que observaban con cuidado y atención las exigencias de la ley. Esto muestra cuánto Simeón honraba y observaba la ley (Hoekma).

· Al pensar en este Simeón justo y piadoso, llego a la idea de que los cristianos devotos dan prioridad a su relación con Dios y, en íntima comunión con Él, veneran y obedecen la Palabra de Dios.

(b) Este Simeón, lleno del Espíritu, no sólo vivía en la presencia continua del Espíritu Santo (“el Espíritu Santo estaba sobre él,” v.25), sino que también recibió la dirección del Espíritu [revelación e instrucción divina] (v.26) y actuó bajo la influencia del Espíritu [en griego literalmente “en el Espíritu”] (v.27) (Internet).

(i) La afirmación de que Simeón “entró en el templo movido por el Espíritu” (v.27) indica que estaba continuamente gobernado por el Espíritu Santo y seguía la orientación del Espíritu (Hoekma). Como resultado, llegó al templo “justo entonces” cuando José y María habían entrado para cumplir lo que la ley exigía (“para realizar los ritos de purificación”), trayendo al niño Jesús; así Simeón vio al que tanto había anhelado—la “consolación de Israel”, el Cristo (v.25).

· “La consolación de Israel” (v.25) se refiere al consuelo que llega cuando el Mesías viene a restaurar a Israel (cf. Isaías 40–55) (Hoekma).

– Tras el profeta Malaquías, hubo un período de aproximadamente 400 años en el que no aparecieron profetas inspirados en Israel; sin embargo, Simeón vivió en esa llamada larga época de silencio y, no obstante, poseyó una fe paciente y perseverante, segura de la venida del Mesías (Hoekma).

Esto es un buen ejemplo para nosotros hoy de lo que significa vivir esperando la venida de Cristo. No debemos dejarnos arrastrar por la decadencia moral y la incredulidad que observamos alrededor (Hoekma); por el contrario, debemos no sólo estar seguros del regreso de Jesús sino, como Simeón, esperarlo con anhelo: estando llenos del Espíritu Santo, viviendo en la presencia continuada del Espíritu, siguiendo la guía del Espíritu y obrar “en el Espíritu.”

Comprometámonos todos a escuchar la voz del Espíritu Santo y a vivir en humilde y fiel obediencia a la Palabra de Dios tal como el Espíritu nos la habla.