La bendición de quien guarda los mandamientos de Dios
[Salmo 112]
Hoy vine a la iglesia para asistir al culto de oración del miércoles junto con mis dos hijas, Yeri y Ye-eun. Mientras veníamos en el coche, Yeri le leía un libro a Ye-eun, y en el contenido del libro había una frase que decía: “Una mamá de barro torpe, un papá de barro más torpe, y un niño de barro el más torpe de todos.” Al escuchar eso, le dije en broma a mis hijas que esa descripción me recordaba un poco a nuestra familia. No sé si Yeri no me escuchó o si simplemente lo tomó como una broma de papá, pero siguió leyendo el libro sin reaccionar.
Sin embargo, unos segundos después, Ye-eun dijo: “Entonces, como yo soy la más pequeña en la casa, eso significa que yo soy la más torpe.” Al escuchar eso, pensé que quizás se sintió herida, así que traté de consolarla diciéndole: “No es importante ser inteligente (smart), lo importante es esforzarse (effort).”
A través de esta conversación, recibí una lección espiritual. Esa lección fue que, para no volvernos espiritualmente torpes, debemos esforzarnos diligentemente y comprometernos en meditar la Palabra de Dios. Y que, mediante esa meditación, debemos escuchar y seguir la voz del Señor, nuestro Pastor.
El miércoles pasado, al reflexionar sobre el Salmo 111, meditamos acerca de la “buena comprensión.” Aprendimos que para obtener buena comprensión debemos guardar los mandamientos de Dios (v.10). También aprendimos que el mandamiento de Dios al que se refiere el texto es “temer al Señor” (v.10), y que temer al Señor significa alabar y adorar Su grandeza y majestad. Y para poder alabar y adorar Su grandeza, debemos estudiar Sus obras, recordarlas y gozarnos en ellas. Aprendimos que al guardar los mandamientos de Dios, adquirimos buena comprensión para vivir con sabiduría en este mundo.
En el versículo 1 del Salmo 112, el salmista también exhorta a que nos deleitemos en gran manera en los mandamientos de Dios:
“¡Aleluya! Bienaventurado el hombre que teme al Señor, y en sus mandamientos se deleita en gran manera.”
La Escritura nos dice que si hacemos esto, seremos bendecidos.
Hoy, al reflexionar sobre esta Palabra, deseo que tú y yo también podamos recibir las mismas bendiciones al guardar los mandamientos de Dios.
Primero, la bendición de quienes guardan los mandamientos de Dios es que también sus descendientes serán bendecidos.
Veamos lo que dice el Salmo 112:2:
“Su descendencia será poderosa en la tierra; la generación de los rectos será bendita.”
Uno de los mayores deseos que tienen los padres creyentes es transmitir su fe como herencia a sus hijos. Pero, ¿está ocurriendo eso como tú y yo deseamos? Ustedes saben muy bien que criar a los hijos en la fe no siempre resulta como uno espera.
Entonces, ¿qué debemos hacer como padres para heredar la fe a nuestros hijos y descendientes? Como enseña el pasaje de hoy, los padres debemos temer primero a Dios, y ese temor debe expresarse obedeciendo sus mandamientos. No debemos dejarles a nuestros hijos una herencia material que es incierta, sino el camino del temor al Dios vivo (según Pak Yun-sun).
Los padres deben obedecer los mandamientos de Dios con temor reverente, para que sus hijos y descendientes sean bendecidos. En resumen, debemos ser “los rectos” (v.2). Entonces, aun después de nuestra muerte, Dios bendecirá a nuestros hijos y descendientes y los hará fuertes sobre la tierra.
Recordemos esto bien: para que nuestros hijos y nietos prosperen en este mundo difícil aun después de nuestra partida, tú y yo debemos temer a Dios y esforzarnos diligentemente por guardar sus mandamientos.
Segundo, la bendición de quienes guardan los mandamientos de Dios es abundancia de bienes.
Veamos lo que dice el Salmo 112:3:
“Bienes y riquezas hay en su casa, y su justicia permanece para siempre.”
Quienes temen a Dios y obedecen sus mandamientos reciben bendición material. En otras palabras, quien guarda los mandamientos de Dios es el verdadero rico.
Entonces, ¿quién es un verdadero rico?
Un verdadero rico puede que no tenga mucha riqueza, pero se siente plenamente satisfecho porque tiene a Dios como su herencia, y es generoso con los demás.
Si alguien posee muchas riquezas pero no encuentra satisfacción, esa persona no es un verdadero rico, sino un esclavo de la codicia, de la vanidad y de la vida (según Pak Yun-sun).
El verdadero rico es “clemente, compasivo y justo” (v.4). Es decir, vive ayudando a los demás (Pak Yun-sun).
¿Y cómo podemos llegar a ser verdaderamente ricos?
¿Cómo podemos tener abundancia de bienes?
La causa es esta: el que teme a Dios y guarda sus mandamientos también posee la justicia (v.3, Pak Yun-sun). En otras palabras, Dios mira nuestra justicia y nos concede bendiciones materiales.
Aquel que teme a Dios y guarda sus mandamientos posee una justicia que permanece para siempre (vv.3, 9). Por eso, Dios bendice su casa con riquezas y bienes. Y así, en su corazón hay satisfacción.
Tercero, la bendición de quien guarda los mandamientos de Dios es que recibe la gracia de Dios.
Mira lo que dice el Salmo 112:4:
“La luz brilla en las tinieblas para el justo; es misericordioso, clemente y justo.”
Nuestro Dios ya nos ha rescatado a ti y a mí del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor (Colosenses 1:13). Ya no somos parte de este mundo oscuro (Juan 17:14).
Sin embargo, aunque vivimos en este mundo oscuro, y nos esforzamos por temer a Dios y guardar sus mandamientos, hay momentos de oscuridad (“tinieblas”).
Pero incluso en esos momentos, Dios hace que brille la luz. Esto significa que, aun en las dificultades, como la enfermedad o la aflicción, recibimos la gracia de Dios (Pak Yoon-Sun).
Dios ilumina al justo que habita en las tinieblas y lo rescata. Por eso, quien teme a Dios y guarda sus mandamientos disfruta aún más de la gracia de Dios en medio de las tinieblas.
Cuarto, la bendición de quien guarda los mandamientos de Dios es prosperidad.
Mira lo que dice el Salmo 112:5:
“El que es misericordioso y presta, gobierna sus asuntos con justicia.”
Quien teme a Dios y guarda sus mandamientos reparte la gracia recibida a otros (v.5).
Mira también el versículo 9:
“Reparte, da a los pobres; su justicia permanece para siempre, y su poder crece en honor.”
Él da a otros, es una persona de servicio. Por eso prospera.
Pienso en Proverbios 11:24-25:
“Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo debido, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.”
La razón por la que prosperan quienes dan es porque Dios sostiene su riqueza mientras su justicia para con otros permanece (Pak Yoon-Sun).
El secreto para prosperar es temer a Dios y guardar bien sus mandamientos.
Uno de esos mandamientos es hacer todas las cosas con justicia.
Mira Miqueas 6:8:
“Se te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno; y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
Hacer justicia en todo es lo bueno y el secreto para prosperar.
Los malvados que envidian la prosperidad del justo rechinan los dientes y desaparecen.
Los deseos de los malvados terminan en destrucción (Salmo 112:10).
Quinto, la bendición de quien guarda los mandamientos de Dios es firmeza.
Mira Salmo 112:8:
“Su corazón está firme, no temerá; hasta que vea en sus enemigos su deseo.”
¿Por qué quien teme a Dios y guarda sus mandamientos tiene el corazón firme y no teme las “malas noticias” (v.7)?
Porque ha puesto su confianza en Dios y ha fortalecido su corazón (v.7).
Además, al ayudar a los pobres, quien teme a Dios y guarda sus mandamientos no tiene miedo (Pak Yoon-Sun).
Ayudar al pobre es amar al prójimo, y en ese amor no hay temor (1 Juan 4:18).
Porque el amor perfecto expulsa el temor.
También nosotros debemos fortalecer nuestro corazón guardando los mandamientos de Dios con reverencia.
No debemos temer ningún “mal mensaje” de los malvados.
Debemos poner nuestra completa confianza en Dios y fortalecer nuestro corazón.
Quien teme a Dios y guarda sus mandamientos recibe bendición:
Bendición para sus descendientes, bendición material, la gracia de Dios, prosperidad y firmeza.
No temerá porque su corazón es firme.
Que estas bendiciones estén sobre ustedes y sobre mí.
Deseando que reciban bendición guardando los mandamientos de Dios,
Pastor James Kim
(Anhelando la alegría de obedecer la Palabra)