“Siempre tendré esperanza”
[Salmo 71:1–14]
Chuck Colson, quien fue asesor del presidente Nixon, escribió un libro titulado Born Again basado en su experiencia en prisión. En él relata que, entre los prisioneros, observó que había tres tipos de personas (fuente: Internet):
El primer tipo eran aquellos sin esperanza, que golpeaban su cabeza contra la pared y se autolesionaban.
El segundo tipo, igualmente sin esperanza, se encogían en un rincón de su celda sin moverse.
Y el tercer tipo eran aquellos que, mientras esperaban el día en que saldrían libres, salían al patio a hacer ejercicio cada vez que podían.
Aunque estaban en prisión, actuaban como si fueran a salir mañana. A pesar de que sus cuerpos estaban encerrados, sus corazones vivían en libertad.
La vida de alguien que vive con esperanza es una vida libre.
Una persona llena de esperanza irradia optimismo.
Los que piensan de forma positiva y activa pueden ver la luz incluso en la oscuridad.
Pero los pesimistas ven oscuridad incluso en medio de la luz.
Entonces, ¿tú eres de los que ven la luz en la oscuridad, o de los que ven oscuridad incluso en la luz?
¿Cuál es el pensamiento de Dios hacia nosotros?
Jeremías 29:11 nos dice:
“‘Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros,’ dice Jehová, ‘pensamientos de paz, y no de mal, para daros un futuro y una esperanza.’”
Dios, quien desea darnos una esperanza para el futuro, quiere hablarnos hoy a través del Salmo 71:1–14.
El Señor desea que tomemos una decisión firme al decir: “Siempre tendré esperanza.”
Por eso, bajo el título “Siempre tendré esperanza”, quiero reflexionar sobre este pasaje desde tres perspectivas:
(1) ¿Cuál era la situación aparentemente sin esperanza del salmista?
(2) ¿Por qué decidió el salmista decir: “Siempre tendré esperanza”?
y (3) ¿Cómo era la vida del salmista después de tomar esta decisión?
Primero, consideremos la situación desesperada del salmista, que parecía carecer de toda esperanza.
El salmista enfrentaba peligro de muerte por causa de “los impíos, los malvados y los crueles” (versículo 4), así como por “los enemigos” (versículo 10).
Ellos acechaban su alma y buscaban matarlo (versículo 10).
La palabra hebrea original para “crueles” en este contexto se refiere a personas “hinchadas como por levadura”.
En otras palabras, se refiere a personas tan extremadamente malvadas que no conocen el arrepentimiento ni el freno al mal, sino que cada vez se corrompen más y más (según el Dr. Park Yoon-Sun).
Como tales personas estaban atentando contra su vida, el salmista se hallaba en una situación límite, sin esperanza desde el punto de vista humano.
Fue en ese momento que él tomó esta decisión:
“Pero yo siempre tendré esperanza, y te alabaré más y más” (versículo 14).
Segundo, pensemos en las razones por las que el salmista pudo tomar esta decisión de esperanza a pesar de estar en una condición tan desesperada.
(1) Porque el Señor es su esperanza
Veamos la primera parte del versículo 5 del Salmo 71:
“Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza…”
Este mundo jamás podrá darnos una verdadera esperanza.
Lo único que el mundo puede ofrecernos es desesperanza.
Satanás constantemente intenta hacernos caer en el desaliento.
Sin embargo, aun en medio de un mundo que nos lleva a la desesperación, nosotros vivimos gozándonos en la esperanza.
¿La razón? Porque nuestro Señor es nuestra esperanza.
La tercera estrofa del himno número 539 dice:
"Aunque todo en el mundo se desvanezca, yo creeré en las promesas del Salvador, y mi esperanza crecerá aún más.”
Para nosotros, los cristianos, cuanto más se derrumban las cosas en las que antes confiábamos en el mundo, tanto más firmemente nos aferramos a las promesas del Señor, y tanto más crece nuestra esperanza en Él.
(2) Porque el Señor es su roca donde habitar
Veamos el versículo 3 del Salmo 71:
“Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente; tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.”
El salmista, cada vez que sus enemigos buscaban su vida para matarlo, huía continuamente hacia el Señor, quien era su roca y su fortaleza.
Él describe al Señor también como una “roca” (versículo 3).
La palabra “roca” aquí representa un objeto de fe firme y confiable (según el Dr. Park Yoon-Sun).
Especialmente cuando el salmista se sentía sin fuerzas por causa de sus enemigos, ponía su confianza en el Señor, quien era su fortaleza.
La razón por la que no se tambaleó, aun en medio de la persecución y el sufrimiento, fue porque halló refugio en el Señor, su roca, su fortaleza, su castillo.
Así como Abraham, el padre de la fe, esperó contra toda esperanza, nosotros también, a medida que vivimos en este mundo sin esperanza, debemos seguir esperando en el Señor.
Podemos hacerlo porque tenemos la promesa de Su Palabra.
Cuando permanecemos firmes en esa promesa, no seremos sacudidos.
Y mientras tanto, podemos orar, esperar, y anticipar que el Señor cumplirá esa promesa.
El salmista se aferró a la promesa que encontró al refugiarse en su roca, y esa promesa fue:
“Porque tú has dado mandamiento para salvarme” (versículo 3).
Por eso, esperando la salvación y con la seguridad de esa salvación, habitó refugiado en el Señor, su roca firme.
(3) Porque el Señor ha sido su confianza desde su niñez
Veamos la segunda parte del versículo 5 del Salmo 71:
“… en ti he confiado desde mi juventud.”
El salmista pudo tomar la decisión de decir “siempre tendré esperanza” aun en una situación aparentemente sin esperanza, porque había experimentado la protección de Dios desde su niñez hasta la edad en la que escribía este salmo.
Por eso, en medio del sufrimiento y la crisis que enfrentaba en ese momento, tenía la seguridad de que Dios lo protegería y lo libraría nuevamente.
Deseo que esta seguridad que tenía el salmista no solo la tengamos nosotros, sino que la inculquemos especialmente en nuestros hijos pequeños.
Si desde su niñez aprenden a confiar en Dios, ¿cuánta fuerza y esperanza tendrán para enfrentar este mundo tan hostil en el que les tocará vivir?
Finalmente, en tercer lugar, reflexionemos sobre cómo era la vida del salmista después de haber tomado la decisión de decir:
“Siempre tendré esperanza.”