“Todas estas cosas nos han sobrevenido”
(Salmo 44:9–26)
Hay personas a nuestro alrededor que, a pesar de haber definido nuevos objetivos con esperanza al comenzar de nuevo, se encuentran enfrentando inesperadas dificultades y sufrimientos. ¿Qué debemos hacer en tales momentos? Tal vez debamos aprender algo de los indígenas americanos. Dicen que los indígenas llaman a enero “el mes en que uno permanece en lo más profundo del corazón.” Para ellos, enero no es tanto un tiempo de nuevos comienzos, sino un tiempo para calmar el corazón.
Nosotros también, en medio de pruebas inesperadas y dolorosas, necesitamos permanecer en silencio ante Dios.
En Austria, hay una competencia en la que los participantes deben nadar a través del río Danubio. El punto más peligroso de esta competencia es el remolino en el centro del río. Se dice que muchos nadadores abandonan justo en ese lugar. Por más hábil que uno sea nadando, no sirve de nada en ese punto. Cuanto más se mueve uno, más es absorbido hacia el fondo. Y finalmente, agotado, se rinde. Pero los nadadores experimentados saben cómo superar este remolino.
¿El secreto? Muy simple: ellos se dejan llevar por el remolino por un momento. Entonces, la fuerte corriente primero los absorbe, pero luego los devuelve a la superficie. Permanecer quieto por un instante es la clave para vencer el remolino.
Este año también enfrentaremos remolinos en la vida. Algunos ya los están enfrentando. En ese momento, debemos entregarnos completamente a Dios. Él nos llevará de nuevo a nuestro lugar, a la posición que nos corresponde en la vida.
En el libro de Daniel del Antiguo Testamento, vemos a tres amigos de Daniel enfrentando un gran remolino en sus vidas. Sadrac, Mesac y Abed-nego se negaron a postrarse ante la estatua de oro del rey Nabucodonosor de Babilonia, y por ello fueron arrojados al horno ardiente. Ellos estaban convencidos de que Dios podía rescatarlos. Sin embargo, incluso si Dios no lo hiciera, dijeron con valentía al rey:
“Sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que has levantado” (Daniel 3:18).
¡Qué fe tan hermosa! Estos tres hombres pusieron totalmente sus vidas en manos del Dios soberano que controla la vida y la muerte. Y así, incluso en medio del remolino de sus vidas, fueron liberados.
En el pasaje de hoy, Salmo 44:9–26, vemos que el salmista también enfrentó un remolino en su vida, al igual que los tres amigos de Daniel. Y aun así, el salmista tenía una fe preciosa como la de ellos:
“Aunque todo esto nos ha sobrevenido, no nos hemos olvidado de ti ni hemos quebrantado tu pacto” (Salmo 44:17).
Hoy, tomando este versículo como centro, oro sinceramente que tú y yo podamos recibir la gracia que Dios quiere darnos, y que en medio de los remolinos que enfrentamos, no olvidemos al Señor ni dejemos de guardar Su pacto.
Lo primero que quiero que meditemos es: “todas estas cosas”.