¡Vístete de resplandor!
[Salmo 34:1-7]
En Efesios 5:27, la Biblia nos dice que el propósito de los esposos al amar a sus esposas es “presentarlas como una iglesia gloriosa” ante Jesús. En este versículo, la iglesia gloriosa que es agradable al Señor se refiere a una iglesia “sin manchas ni arrugas, santa e inmaculada” (v. 27). Este es el propósito por el cual el Señor, quien es la cabeza de la iglesia, ama a nuestra iglesia. Él nos ama hasta el final para establecerla como su gloriosa iglesia. Entonces, ¿qué deben hacer los esposos para establecer a sus esposas como esposas gloriosas? En Efesios 5:25-26, el apóstol Pablo responde: “Maridos, amad a vuestras esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra.” Es decir, la Biblia nos enseña que es responsabilidad de los esposos purificar a sus esposas mediante la palabra de Dios, para hacerlas esposas gloriosas.
Hoy, en el Salmo 34:5, se nos dice: “Los que miran a Él están radiantes; sus rostros no se avergonzarán.” La expresión “están radiantes” significa que “se visten de resplandor” o “se convierten en luz”, o “brillan como una lámpara” (Park Yun-seon). El significado de este versículo es que personas en situaciones difíciles, como David, quien actuó como loco delante de Aquis y fue rechazado, o “los afligidos” (v. 2), reciben gracia espiritual mientras esperan al Señor, y con la visión clara de una esperanza futura, se sienten renovados y fortalecidos (Park Yun-seon).
Hoy, quiero reflexionar sobre el pasaje de Salmo 34:1-7 bajo el título “¡Vístete de resplandor!” En este contexto, meditaré sobre dos acciones de aquellos que están revestidos de resplandor, y espero que podamos vivir vidas radiantes, obedeciendo las enseñanzas que nos brinda este pasaje.
Primero, aquellos que están revestidos de resplandor alaban a Dios (Salmo 34:1-3).
En los versículos 1-3 de Salmo 34, el salmista David nos exhorta a alabar a Dios de tres maneras diferentes. Al usar estas tres expresiones, David nos enseña un significado más amplio de lo que significa alabar a Dios:
(1) "Bendecir"
Miremos el versículo 1 de Salmo 34 en el pasaje de hoy: "Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca." Aquí, la palabra hebrea "bendecir" significa "doblar las rodillas". Esto hace referencia a una postura de humildad y adoración. Nos enseña que debemos adorar a Dios con una actitud humilde. En esta humildad, ¿qué tipo de atributos de Dios debemos alabar? David alabó la bondad y la fidelidad de Dios (Salmo 31:21). Por lo tanto, al bendecir a Dios, no solo debemos alabar Su bondad y fidelidad en el contexto del culto, sino también debemos reflejar Su bondad y fidelidad a lo largo de nuestra vida de adoración.
(2) "Gloriarse"
Miremos el versículo 2 de Salmo 34: "Mi alma se gloriará en el Señor; los afligidos lo oirán y se gozarán." El término "gloriarse en el Señor" significa reconocer que todo lo bueno viene de Dios y dar gloria a Dios por todo (Park Yun-seon). Este tipo de gloria es algo que los "afligidos" (los que están humillados por el sufrimiento) escuchan y se regocijan al escucharla (Park Yun-seon). Es un tipo de gloria que eleva y da esperanza, especialmente en tiempos de dificultad.
(3) "Exaltar"
Veamos el versículo 3 de este pasaje: "Engrandeced al Señor conmigo, y exaltemos a una su nombre." Aquí, la palabra "exaltar" es similar al término "engrandecer". Significa "hacer grande". Nuestro Dios ya es un Dios grande, ¿cómo podría el ser humano hacerlo aún más grande? La respuesta es que debemos desear que la grandeza de Dios y Su majestuosidad se manifiesten a través de nuestra debilidad y humildad.
Entonces, ¿cómo debemos alabar a Dios? La Biblia nos enseña tres cosas fundamentales sobre la alabanza:
(1) Debemos alabar a Dios "siempre" (Salmo 34:1)
En 1 Tesalonicenses 5:16, el apóstol Pablo nos dice: "Estad siempre gozosos." En el Salmo 34:1, David nos exhorta a bendecir a Dios siempre. Para poder hacer esto, debemos meditar y experimentar la obra de Dios en nuestras vidas. Al hacerlo, podemos alabar a Dios por Su acción en nuestras vidas. Entonces, ¿esto significa que si no experimentamos la obra de Dios, no podemos alabarle "siempre"? No. Hay una razón eterna para alabar a Dios en todo momento: la obra que Dios hizo en la cruz. Cada vez que pensamos en esta obra inmutable y única de Dios, debemos alabarle por la salvación que Él nos dio.
(2) Debemos alabar a Dios con "nuestra alma" (Salmo 34:2)
David no alabó a Dios solo con su boca, sino también con su alma. Alabar a Dios "con el alma" significa rendir todo nuestro ser, nuestra mente, nuestras emociones y nuestra voluntad, para alabarle sinceramente (Park Yun-seon). No solo debemos alabar a Dios con nuestros labios, sino con todo nuestro ser, usando nuestra inteligencia, emociones y voluntad.
(3) Debemos alabar a Dios "juntos" (Salmo 34:3)
Esto se refiere a la "alabanza colectiva". David no solo se dirige a sí mismo, sino que invita a aquellos que están en situaciones difíciles, como él, a alabar a Dios con él. ¿Por qué les invita? Primero, porque incluso él, en su aflicción, necesita la ayuda de otros para levantarse y alabar a Dios. Segundo, porque la gracia que ha recibido es tan grande que desea que otros se unan para dar gracias. Tercero, porque la gracia que él ha recibido es beneficiosa para otros. Y cuarto, porque otros también tienen la esperanza de recibir esa misma gracia (Park Yun-seon).
Incluso en circunstancias en las que no podemos alabar a Dios, debemos recordar la gracia de la salvación que Dios nos ha dado a través de Jesucristo. Al hacerlo, nuestra alma debe alabar a Dios. En particular, debemos confiar en la bondad y la fidelidad de Dios, y estar seguros de que, a través de todas las circunstancias, Su buena voluntad se cumplirá (Romanos 8:28). Al hacerlo, debemos dar gloria a Dios con alabanzas. Así, como personas radiantes de Su luz, podremos iluminar este oscuro mundo con la luz de Jesucristo.
Segundo, los que llevan el resplandor buscan a Dios (Salmo 34:4-6).
En los versículos 4-6 del Salmo 34, David expresa su oración a Dios utilizando tres palabras clave:
(1) "Pedir"
Mire el versículo 4 del Salmo 34: "Busqué al Señor, y él me respondió, y me libró de todos mis temores." La palabra "pedir" aquí significa "buscar con esfuerzo" a Dios (Park Yun-seon). Se refiere a orar con sinceridad y de manera constante, buscando fervientemente la respuesta de Dios.
(2) "Esperar"
Mire el versículo 5 del Salmo 34: "Los que miran a él son iluminados, y sus rostros no se avergonzarán." La palabra "esperar" significa buscar y esperar fervientemente la salvación de Dios, y fijarse en Él. Si no miramos al Señor en este mundo tan complicado y engañoso, inevitablemente caeremos en las tentaciones (Park Yun-seon). Los que esperan al Señor, buscando su salvación y fijándose en Él, no se avergonzarán.
(3) "Clamar"
Mire el versículo 6 del Salmo 34: "Este pobre clamó, y el Señor lo oyó, y lo libró de todas sus angustias." Aquí, "clamar" significa "gritar fuertemente y rogar a Dios". Esta oración es valiosa no por el volumen del grito, sino por la sinceridad del corazón (Park Yun-seon).
Entonces, cuando buscamos a Dios con esfuerzo, buscamos Su salvación con fervor y lo miramos con esperanza, y cuando clamamos con todo nuestro ser, ¿qué respuesta recibió David en su oración? Fue que Dios lo liberó de "todos sus temores" (versículo 4) y de "todas sus angustias" (versículo 6). Esto nos enseña que la oración es todo-poderosa. Cuando oramos, Dios nos libra internamente de todos nuestros miedos. Así, Dios no nos deja temer a nuestros enemigos ni a las circunstancias, sino que nos establece como aquellos que temen al Señor (versículo 7). Además, cuando oramos, Él nos libra externamente de todas nuestras angustias. Nuestro Dios es un Dios de salvación.
Los que llevan el resplandor son aquellos que alaban a Dios y claman a Él. Reciben la salvación de Dios, y experimentan la gracia de Su salvación en todos sus miedos y angustias. Por lo tanto, mientras vivamos en este mundo oscuro, debemos ser como aquellos que llevan el resplandor, alabando a Dios con humildad. Debemos exaltar el nombre de Dios creyendo que todo lo bueno proviene de Él. Debemos alabar a Dios siempre, recordando la gracia de la cruz de Jesucristo, y alabarle con nuestras almas. Además, debemos alabar a Dios junto con nuestros hermanos y hermanas. Debemos orar, buscar a Dios con esfuerzo y clamar con fervor por nuestra salvación. Al hacerlo, Dios escuchará las súplicas de aquellos que temen al Señor, y nos salvará de todos nuestros miedos y angustias.
"Alma mía, alaba a Dios. Alma mía, ora a Dios."
Con el corazón deseoso de ser edificados como una iglesia gloriosa resplandeciente, obedeciendo las palabras de Jesucristo,
Pastor James Kim
(Anhelando el poder de la alabanza y la oración)