Lo que debe hacer el justo
[Salmo 33]
Mientras meditaba en los versículos 4-10 del capítulo 1 del libro de Jeremías, recibí una enseñanza sobre lo que los que predican y enseñan la palabra deben hacer. Un versículo que resume bien esta enseñanza es el versículo 7: “El Señor me dijo: ‘No digas: “Soy un niño”’—vayas a donde te envíe, irás, y digas todo lo que te mande’”. Aquí, recibí tres lecciones:
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No debo decir “soy un niño” o “no puedo hacerlo porque soy joven” y demás excusas.
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Si el Señor me manda ir, debo ir, sin importar si es cómodo o no.
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Si el Señor me manda hablar, debo hacerlo. Como predicador o maestro de la palabra, no debo temer a las reacciones de las personas, sino hablar con valentía y enseñar, ya que el Señor está con nosotros.
Esto es un reto, ya que la palabra de Dios edifica a algunos, pero también puede destruir a otros (v. 10). Nos debemos preguntar si estamos cumpliendo esta responsabilidad con honestidad y diligencia al predicar la palabra.
¿Estamos viviendo como verdaderos hijos e hijas de Dios, cumpliendo fielmente con lo que se espera de nosotros? Antes de responder a esta pregunta, debemos reflexionar sobre qué es lo que realmente debemos hacer. El Salmo 33:1 nos dice: “Justos, alegraos en el Señor; es propio de los rectos alabarle”. Reflexionando sobre este versículo, quiero compartir tres aspectos sobre lo que los cristianos, los justos, deben hacer en sus vidas.
Primero, lo que el justo debe hacer es alabar.
Veamos el Salmo 33:1: “Justos, alegraos en el Señor; es propio de los rectos alabarle.” La razón por la cual los justos deben alabar a Dios es que solo ellos pueden hacerlo sin buscar su propia gloria. En este pasaje, la alabanza a Dios está vinculada a nuestra obediencia a Él, porque Él es nuestro Creador (vv. 6-7). Dios es el Creador que formó los cielos por su palabra (v. 6). Él realiza una nueva creación en nosotros, transformándonos con su palabra, dándonos un nuevo corazón. Por lo tanto, debemos alabarle. ¿Cómo debemos alabarle? Debemos alabarle con instrumentos de música y con gratitud (v. 2) y debemos cantar un canto nuevo (v. 3). ¿Por qué debemos cantar un “canto nuevo”? Porque el creyente experimenta un gozo renovado y una profunda admiración por la obra salvadora de Dios (Park Yun-sun). Este gozo y admiración deberían ser una experiencia diaria para el justo. El Espíritu Santo, quien realiza la nueva creación, transforma nuestros corazones con la palabra de Dios, haciéndonos más semejantes a Cristo. Por tanto, debemos tener siempre un gozo renovado en nuestro corazón, alabando a Dios con un canto nuevo.
Segundo, lo que el justo debe hacer es actuar con sinceridad.