Debemos sentirnos completamente insuficientes.
“El Señor es mi pastor; nada me faltará.” (Salmo 23:1)
En el culto familiar y de parientes el 2 de enero de 2006, me vino a la mente el versículo del Salmo 23:1. Esto se debe a que era un pasaje bíblico que le gustaba mucho a mi abuela, quien ya está en el cielo.
Mientras meditaba en esta palabra, recibí una revelación del Espíritu Santo. Esa revelación es que debemos sentirnos completamente insuficientes.
Por eso, le declaro y oro a mi alma: “¡Alma mía, tú, James, debes sentir plenamente tu propia insuficiencia!”
Las ovejas que tienen al Señor como Pastor, que escuchan Su voz y le obedecen, no carecen de nada.
Pero si nos comportamos como “todos descarriados, cada uno se apartó por su camino” (Isaías 53:6), no podremos más que confesar:
“El Señor es mi pastor, pero yo he seguido mi propio camino, por eso tengo insuficiencias.”
Un ejemplo apropiado es el hijo pródigo que aparece en Lucas 15. Él dejó el seno de su padre y siguió su propio camino, viviendo desordenadamente.
Después de haberlo desperdiciado todo, “vino una gran hambre en aquella tierra, y comenzó a padecer necesidad” (versículo 14).
Él estaba experimentando plenamente la insuficiencia.
Entonces dijo: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré…” (versículo 17).
Si no escuchamos la voz del Señor, sino la voz de Satanás, del mundo, del ambiente o de nuestras propias emociones, y desobedecemos al Señor, inevitablemente sentiremos y experimentaremos la insuficiencia.
Debemos sentirla plenamente.
Porque si no sentimos profundamente nuestra insuficiencia, no nos volveremos al Señor, nuestro Pastor.
Así como es necesario estar completamente en pobreza para anhelar la abundancia de la gracia del Señor, debemos estar completamente insuficientes para buscar la plenitud de Dios en medio de esa insuficiencia.
Como pastor, desde el culto de Año Nuevo del 1 de enero de 2006, o más bien desde antes, en Navidad, he sentido mi propia insuficiencia y eso me ha causado cierto sufrimiento.
En el culto de Año Nuevo de 2005 comencé en debilidad física y falta, pero en el 2006 me enfrenté a la insuficiencia de mi carácter y de mi persona interior.
Por eso, no tuve más opción que depender más del Señor, y anhelar más el poder de la oración, el poder del Espíritu Santo, el poder del evangelio (la Palabra) y el poder del amor.
Pero todavía me queda un largo camino por recorrer.
Todavía no siento completamente mi propia insuficiencia.
Aunque haya dolor, sufrimiento y angustia, deseo sentir profundamente mi insuficiencia.
Por eso, con mayor dependencia del Señor, nuestro Pastor, y con obediencia a Su voluntad, oro fervientemente para llevar a cabo un ministerio pastoral sin carencias.
Con un corazón que anhela sentir profundamente la insuficiencia,
Compartido por el Pastor James
(deseando ser satisfecho solo con el Señor, nuestro único Pastor)