La pérdida de la esperanza de salvación
[Hechos 27:1-26]
Chuck Colson, quien fue asesor del presidente Nixon, escribió el libro “Born Again” basado en sus experiencias en prisión. En el libro, Colson observó que había tres tipos de prisioneros: El primer tipo era el prisionero sin esperanza, que se golpeaba la cabeza contra la pared y se hacía daño a sí mismo. El segundo tipo era también un prisionero sin esperanza, que se quedaba acurrucado en su rincón, sin moverse. Y el tercer tipo era el prisionero que esperaba el día de su liberación, y cada vez que tenía oportunidad, salía al patio a hacer ejercicio. Aunque estaban en prisión, actuaban como si estuvieran por salir al día siguiente. Estaban físicamente atrapados, pero sus corazones estaban fuera, disfrutando de la libertad.
La vida de alguien que vive con esperanza es una vida libre. Las personas que tienen esperanza están llenas de esperanza. Las personas positivas y activas, incluso en la oscuridad, ven la luz. Sin embargo, los pesimistas, incluso en la luz, ven la oscuridad. En Jeremías 29:11, Dios expresa lo que piensa de nosotros: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis”.
Sin embargo, en el versículo 20 del capítulo de hoy, Hechos 27, vemos a personas que han perdido toda esperanza de salvación. Este versículo describe cómo Pablo, quien había apelado ante el emperador romano César (Hechos 26:32), se encontraba encadenado en un barco rumbo a Roma. Durante el viaje, el barco fue golpeado por una gran tormenta (versículos 14, 20), y estaba a punto de naufragar. De las 276 personas a bordo (versículo 37), sólo Pablo mantenía la esperanza de salvación. Los otros 275, viendo que ya no había esperanza de salvación, habían perdido toda esperanza y estaban listos para rendirse ante la muerte.
En ese momento, mientras todos esperaban la muerte sin esperanza, Pablo no sólo tenía esperanza de salvación, sino también la certeza de la salvación. Él creyó que Dios salvaría las vidas de todos a bordo, excepto la suya (versículos 22-26). Al reflexionar sobre cómo pudo tener una reacción tan opuesta a la de los demás, podemos hacernos dos preguntas:
La primera pregunta es: ¿Por qué los otros 275 prisioneros, además de Pablo, perdieron toda esperanza de salvación y decidieron rendirse a la vida?
Himno 462, versículos 2 y 3
Pienso en los versículos 2 y 3 del himno 462:
(2) "Gran tormenta amenaza este barco,
las aguas profundas abren su boca y avanzan;
pero Jesucristo, que en este mar es nuestro timonel,
nos guía a través de las olas."
(3) "Cuando ordena con gran voz a las aguas,
el mar se calma y en paz descansa.
Cuando amanezca en el oriente,
cruzaré este mar junto al Señor."
(Estribillo) "No temo, no temo,
pues Jesús siempre está despierto,
cuando haya cruzado este mar turbulento,
llegaré al país de la esperanza."
Al vivir en este "mar turbulento" que es el mundo, cuando nos enfrentamos a dificultades que parecen interminables, como grandes tormentas, si no miramos al Creador Dios, quien puede calmar esas tormentas, sino solo vemos las dificultades, es fácil rendirse y perder la esperanza. Esta semana, escuché en las noticias de Corea sobre la trágica muerte de una celebridad, el Sr. Ahn, quien se quitó la vida debido a la presión de una deuda de 4 mil millones de wones. Nos preguntamos, ¿cuánto dolor debía estar sintiendo para tomar esa decisión? Lo más triste es pensar que, incluso en medio de esa gran tormenta, si hubiera mantenido la esperanza, mirando al Señor y perseverando en la fe, tal vez habría podido superar esa situación.
¿Por qué las personas llegan al punto de rendirse y hasta quitarse la vida? La respuesta es porque no tienen esperanza en la vida. Cuando no hay una pizca de esperanza para aferrarse, las personas se sienten obligadas a rendirse. Los seres humanos no podemos vivir sin esperanza.
La segunda pregunta es: ¿Cómo es que Pablo, a diferencia de los demás, tenía la certeza de la esperanza de salvación incluso en una situación que parecía desesperada?
Su certeza estaba basada en la palabra de Dios. En el pasaje de hoy, Hechos 27:23-24, leemos: "Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios, cuyo soy y a quien sirvo, el cual me dijo: 'No temas, Pablo; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido a todos los que navegan contigo.'"
A través de esta voz, Dios le dio a Pablo la certeza de que, a pesar de la gran tormenta, su vida no estaría en peligro porque tenía un propósito divino que cumplir: comparecer ante César. Dios le aseguró que mientras su voluntad no se cumpliera, Pablo no moriría.
En otras palabras, Dios le dio a Pablo el mensaje claro de que hasta que su voluntad se realizara, él no moriría. Además, no solo le prometió la salvación a Pablo, sino que también le prometió salvar a las 275 personas que viajaban con él en el barco. Por lo tanto, Pablo pudo tranquilizar a todos los demás que estaban aterrados y les dijo: "Ahora les exhorto a que tengan buen ánimo" (Hechos 27:22), "¡Tengan ánimo!" (Hechos 27:25). Con estas palabras, Pablo calmó sus corazones temerosos y dijo con confianza: "Yo confío en Dios que será como se me ha dicho" (Hechos 27:25).
En medio de la gran crisis, Dios le dio a Pablo un mensaje de esperanza. No solo le prometió salvarlo a él, sino que también aseguró la vida de todos los demás que viajaban con él. En tiempos de desesperación y crisis, Dios no solo prometió salvar a Pablo, sino también a todos los que iban con él en ese barco, demostrando su misericordia y fidelidad.