El Siervo Ardiente por la Misión

 

 

 

 

[Hechos 20:17-27]

 

 

En su libro "La espiritualidad que baila mientras respira el mundo", Leonard Sweet nos exhorta a “vivir hoy como si fuera para morir mañana”. Él dice: “Así como aprendemos a enfrentar la ‘realidad de la vida’, también debemos aprender a enfrentar la ‘realidad de la muerte’”. Y agrega: “El gran regalo que nos da la muerte es una perspectiva clara sobre lo más importante de la vida y el propósito de nuestra misión” (Internet). ¿Qué significa misión aquí? La palabra “misión” proviene de los caracteres (sa), que significa ‘mensaje o misión’, y (myeong), que significa ‘vida o alma’. Por lo tanto, un pastor interpretó la misión como “la vida que Dios nos envió al mundo para realizar una tarea” (Internet). Esta es una interpretación interesante. Entonces, ¿por qué cree que Dios lo ha enviado a este mundo? En otras palabras, ¿cuál cree que es el propósito de Dios al enviarlo a este mundo?

En el pasaje de hoy, Hechos 20:17-27, encontramos al apóstol Pablo, quien es un ejemplo de un siervo ardiente por la misión. Al salir de Éfeso, él envió mensajeros a los ancianos de la iglesia de Éfeso para que se reunieran con él en Miletos, donde les dio un discurso de despedida. En los versículos 18-21, Pablo les recuerda cómo actuó entre ellos desde el primer día en que llegó a Asia hasta el momento en que dejó Éfeso. Resumidamente, su actuar puede describirse como “servir al Señor” (v. 19). Hoy, bajo el tema “El siervo ardiente por la misión”, meditaré sobre tres aspectos importantes que un siervo ardiente debe tener según este pasaje.

 

En primer lugar, un siervo ardiente por la misión sirve al Señor.

 

La palabra misión en griego es diakonia, que significa servicio o ministerio. En última instancia, la misión consiste en servir. Entonces, ¿qué significa específicamente “servir al Señor”? Esto se refiere a cumplir el propósito de Dios al transmitir su voluntad completamente (v. 27; cf. v. 20). Es decir, un siervo ardiente por la misión no teme compartir todo lo que Dios desea transmitir. La voluntad de Dios es “dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (v. 24). En otras palabras, se trata de testificar el arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo (v. 21). Durante su ministerio en Éfeso, Pablo no dudó en enseñar todo lo que era útil, ya fuera en público o en casa, y lo hizo sin vergüenza (v. 20). Se dedicó a predicar diligentemente el Reino de Dios entre los ancianos y los creyentes en Éfeso (v. 25).

Ahora bien, ¿cómo sirvió Pablo al Señor en Éfeso? En el versículo 19 podemos ver cómo lo hizo: “Sirviendo al Señor con toda humildad y con lágrimas, y con pruebas que me vinieron por las acechanzas de los judíos”. Pablo se esforzó por servir al Señor con humildad. Además, sirvió con lágrimas, mostrando su profundo amor por las almas de las personas. No fue fácil para él; las pruebas que enfrentó en Éfeso fueron resultado de las intrigas de los judíos, quienes se oponían tanto al evangelio como a Pablo. A pesar de estas dificultades, Pablo cumplió su ministerio en Éfeso durante tres años con fidelidad.

El pasaje nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado de la misión y el ardiente deseo de servir a Dios. Si miramos el ejemplo de Pablo, vemos que servir no es solo una acción externa, sino una actitud profunda del corazón, marcada por la humildad, el sacrificio, y una pasión por compartir el evangelio sin reservas, a pesar de las dificultades y oposición.

 

En segundo lugar, el siervo ardiente por la misión participa en los sufrimientos del Señor.

 

Pablo, al dar su discurso de despedida ante los ancianos de Éfeso, recordó cómo había servido al Señor durante tres años en la ciudad. Luego, en los versículos 22-23 del pasaje de hoy, les habla sobre las dificultades que le esperan cuando llegue a Jerusalén. Él, guiado por el Espíritu Santo (v. 22), había decidido ir a Jerusalén, pero el mismo Espíritu le había advertido, en cada ciudad, que “prisiones y tribulaciones” lo aguardaban (v. 23). A pesar de ello, Pablo decidió seguir adelante con su viaje a Jerusalén. Esto muestra la firmeza de su decisión. Estaba convencido de que ir a Jerusalén era la voluntad del Señor, y sin importar las ataduras o tribulaciones que pudiera enfrentar, su actitud en su corazón era inmutable. Se había preparado con una resolución solemne.

Nosotros también necesitamos esa misma resolución. Si somos siervos ardientes por la misión y queremos cumplir la voluntad del Señor, debemos estar dispuestos a enfrentar cualquier dificultad o sufrimiento que se nos presente, al igual que Pablo. Debemos tomar la decisión de seguir la guía del Espíritu Santo, como lo hizo él, y llevar a cabo la misión sin dudar. Así como los apóstoles se regocijaban por sufrir por Cristo (Hechos 5:41), nosotros también debemos considerar las dificultades por la causa del evangelio como una bendición. Al igual que nuestro antepasado Moisés, debemos considerar los sufrimientos por Cristo como algo más valioso que todos los tesoros de este mundo. No debemos disfrutar de los placeres del pecado, sino preferir sufrir con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Recordemos que sufrir por el Señor es una gracia (Filipenses 1:29).

 

Finalmente, en tercer lugar, el siervo ardiente por la misión no considera su vida como valiosa en comparación con cumplir su misión.

 

Veamos el versículo 24 de Hechos 20: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”. La frase “con tal que acabe mi carrera” significa “para completarla”. Es decir, Pablo no consideró su vida valiosa en comparación con el cumplimiento de la misión que recibió de Jesús, que era predicar el evangelio. ¿Qué significa esto? Significa que para Pablo, el cumplimiento de la misión de Dios era más importante que su propia vida. Esto nos muestra que el siervo ardiente por la misión tiene una clara y firme perspectiva de vida: su misión es más importante que su vida misma.

¿Cómo pudo Pablo tener esta perspectiva tan firme? Fue porque experimentó profundamente el amor eterno de Dios. En el Salmo 63:3 leemos: “Porque tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán”. El siervo que ha experimentado profundamente el amor eterno de Dios, agradecido y conmovido por ese amor, está dispuesto a entregar su vida para cumplir la voluntad de Dios y glorificar su nombre. Así, ese siervo puede decir con todo su corazón: “Vivir o morir, que se haga la voluntad del Señor” y, con valentía, completar la misión que se le ha dado, incluso si su vida está en juego.

Necesitamos una perspectiva firme y clara como esta. Necesitamos valorar más el amor eterno de Dios que nuestra propia vida, y considerar la misión que el Señor nos ha dado como más importante que cualquier cosa en este mundo. Cuando tengamos esta perspectiva, podremos, como Pablo, cumplir nuestra misión con todo nuestro ser, sin reservar nada, hasta el final.

Que todos podamos, como Pablo, dedicar nuestra vida al cumplimiento de la misión que Dios nos ha dado, es decir, “predicar el evangelio de la gracia de Dios”. Que no solo nuestras vidas, sino también nuestras muertes, sean un testimonio hermoso del evangelio de Jesucristo.

 

 

 

Que el ardor por amar a una alma con el corazón de Cristo se encienda en nosotros,

 

 

Pastor James Kim
(Deseando la ayuda y el trabajo del Señor para completar la misión que Él nos ha dado)