La Presencia de Dios

[Hechos 7:30-35]

1. Debemos anhelar la presencia de Dios cuando estamos en medio del sufrimiento.

Dios se manifestó en la zarza ardiente en el monte Sinaí, el monte de los espinos. Al pensar en que la palabra “espino” aparece dos veces, podemos reflexionar sobre cómo Dios no es un Dios que se olvida de nosotros cuando estamos sufriendo. Él ve nuestro sufrimiento y escucha nuestro clamor, y por eso viene a nosotros para salvarnos.

2. A los que anhelan la presencia de Dios, el Señor les habla.

Cuando Moisés vio la zarza ardiente en el desierto del monte Sinaí y se acercó para ver lo que sucedía, oyó la voz del Señor. Debemos anhelar siempre la presencia de Dios, pero especialmente en tiempos de sufrimiento. Por eso, debemos acercarnos más y más al Señor, y anhelar escuchar Su voz.

3. Debemos arrepentirnos de nuestros pecados en la presencia santa de Dios.

La voz que Dios le habló a Moisés fue: “Quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa” (v. 33). La presencia santa de Dios siempre pone al descubierto nuestros pecados. Por lo tanto, debemos, como Moisés, humillarnos en temor y obedecer la voz de Dios. Es decir, debemos arrepentirnos de nuestros pecados ante el Dios santo.

4. Debemos, al arrepentirnos de nuestros pecados, abrazar el corazón de Dios.

Así como Dios vio el sufrimiento de Su pueblo en Egipto y oyó sus gemidos, nosotros también debemos, al arrepentirnos de nuestros pecados en la presencia santa de Dios, ver y oír lo que Dios ve y escucha.

Moisés, después de experimentar la presencia de Dios, abrazó el corazón de Dios y, al ver el sufrimiento del pueblo de Israel, se preocupó por ellos. Finalmente, fue enviado a Egipto. Yo también quiero ser enviado en la presencia de Dios. Quiero ser enviado con el corazón de Jesucristo, para compartir el evangelio y el amor de Jesucristo.

Anhelando la presencia de Dios,

Pastor James Kim
(Con el corazón de Jesucristo, anhelo cumplir la voluntad de Aquel que me envió)