El Destino de Todos los Hombres es Común
[Eclesiastés 9:2-6]
¿Alguna vez han oído hablar del “síndrome de Paul”? El “síndrome de Paul” es un fenómeno que se desató durante la Copa del Mundo en Sudáfrica, originado por un pulpo adivino llamado Paul. En el acuario del Centro de Vida Marina de Oberhausen, en Alemania, el pulpo Paul predijo correctamente los resultados de los partidos de la Copa del Mundo con una precisión del 100%. Adivinó correctamente el resultado de ocho partidos, incluidos los de la final y siete más relacionados con Alemania (según internet). Yo también vi artículos sobre este pulpo en la televisión e internet, y debo admitir que me pareció algo completamente absurdo. La razón es que no solo apareció el pulpo adivino, sino que luego comenzaron a aparecer otros animales adivinadores, como cocodrilos y otros seres. Me resultaba increíble. Además, debido a Paul, algunas casas de apuestas ganaron muchísimo dinero. Después de que España ganara la final, vi en la televisión a un jugador español decir algo como: “¡Viva Paul!” y me quedé perplejo.
¿Por qué creen ustedes que las personas consultan adivinadores para conocer su futuro? ¿No es porque quieren saber qué les depara el futuro? Sin embargo, la Biblia es clara en cuanto a este asunto. Como ya meditamos en Eclesiastés 7:14 y 8:7, el rey Salomón nos dice que no podemos conocer ni prever el futuro ("los eventos futuros"). Solo Dios, que es omnisciente y tiene control sobre el pasado, el presente y el futuro, sabe todo lo que sucederá. Sin embargo, hay algo que sí sabemos con certeza sobre nuestro futuro, algo que nadie puede negar: el fin de todos los seres humanos es la muerte. Nadie puede desconocer esta realidad. Y nadie puede negar que el destino final de cada ser humano es la muerte. No obstante, lo que no sabemos es cómo las personas reaccionan ante este futuro común que todos conocemos. ¿Cómo reaccionan ustedes ante la certeza de la muerte, que es el destino final de todos?
En el pasaje de hoy, Eclesiastés 9:2-3, el rey Salomón repite cuatro veces la palabra "común". ¿Qué es lo que él considera común en este pasaje? Lo que Salomón está diciendo es que el destino final de todos los seres humanos es común, y ese destino común es la muerte. Dicho de otro modo, Salomón nos está diciendo que todos, ya sean justos o injustos, buenos o malos, santos o impuros, adoradores o no adoradores, en última instancia, enfrentan la muerte. Este es un hecho que nadie puede negar. Todos sabemos que nuestra vida en este mundo tiene un final: la muerte. Esto es algo que los cristianos, que creen en Jesús, y los no cristianos, que no creen en Él, pueden aceptar como una verdad común. Todos coinciden en que, al final, la muerte es el destino de cada persona. Sin embargo, lo que distingue a los cristianos de los no cristianos es lo siguiente: los cristianos creemos en lo que sucede después de la muerte, mientras que los no cristianos no. Es decir, los cristianos creemos en la vida eterna. Creemos en un mundo venidero en el que viviremos para siempre, ya sea en el cielo o en el infierno. Pero los no cristianos no creen en la vida eterna, ni en el cielo ni en el infierno. Esta es la diferencia clave entre los cristianos y los no cristianos.