El Retraso del Castigo Divino
“Porque no se ejecuta prontamente el castigo contra la maldad, por eso el corazón de los hijos de los hombres está dispuesto en ellos para hacer el mal.” (Eclesiastés 8:11)
El predicador, el rey Salomón, nos dice que cuando el castigo de Dios no se ejecuta rápidamente contra la maldad, los hombres se sienten valientes para seguir haciendo el mal. Este es un mensaje que no podemos negar, basado en la palabra de Dios. Si el castigo de Dios fuera inmediato cuando hacemos el mal, las personas, por miedo, dudarían en cometer nuevamente el pecado. Sin embargo, como el castigo no se aplica rápidamente, los hombres cometen el mal sin vacilar. Y, aunque lo hacen, no sienten miedo. Piensan que Dios no los está viendo, por lo que no temen al pecado. Por eso, “el impío puede cometer el mal cien veces” (v. 12) y aún así se siente valiente. Cuanto más pecado cometen, más endurecen su corazón. No temen a Dios, y por eso actúan con corazones endurecidos al hacer el mal.
¿Por qué el castigo de Dios tarda en llegar?
En Romanos 2:4, la Biblia nos dice: "¿O menosprecias las riquezas de su bondad, paciencia y longanimidad, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?" La razón por la que el castigo de Dios no llega rápidamente cuando pecamos es porque Él quiere darnos tiempo para arrepentirnos. Es decir, Dios no ejecuta el castigo inmediatamente después de nuestro pecado porque nos está dando una oportunidad para arrepentirnos. Sin embargo, a menudo menospreciamos esta bondad de Dios. Como resultado, probamos la paciencia de Dios al seguir pecando sin arrepentirnos, y en lugar de volver rápidamente a Dios y arrepentirnos, volvemos al pecado, como el perro que vuelve a comer su vómito (Proverbios 26:11).
¿Quién teme hacer el mal?
El que teme a Dios es el que teme hacer el mal, porque ha experimentado las consecuencias de su pecado. Aquellos que han recibido el castigo de Dios por su maldad temen seguir pecando. Ellos no toman a la ligera el castigo de Dios. Por lo tanto, el que teme a Dios no solo no se siente valiente para hacer el mal, sino que simplemente no puede hacerlo. Su corazón se ha suavizado por el castigo de amor de Dios, y por ello, no puede actuar con valentía para hacer el mal. El que teme a Dios tiene una conciencia limpia, por lo que rechaza la tentación y lucha contra el pecado. Jamás se apresura a cometer el mal, porque su conciencia lo reprende. Con una conciencia limpia, el que teme a Dios ama y sirve a Dios, y por ello, no tiene nada de qué avergonzarse ante Dios ni ante los demás. Ante Dios, tiene valentía para vivir conforme a Su voluntad, pero nunca se siente valiente para pecar. El que teme a Dios odia el mal, porque Dios odia el mal. Y al ser Dios santo, el que le teme busca la santidad de Dios.
Orando para que no caigamos en el pecado que menosprecia el retraso del castigo divino,
Pastor James Kim
(Con un corazón agradecido por la bondad, paciencia y longanimidad de Dios)