“¿Por qué nos ha sucedido todo esto?”
“Cuando el ángel de Jehová se le apareció a Gedeón y le dijo: ‘¡Valiente guerrero, Jehová está contigo!’, Gedeón le respondió: ‘¡Ay, señor mío! Si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sucedido todo esto? Nuestros padres nos contaron que Jehová nos sacó de Egipto con grandes milagros, pero, ¿dónde están esos milagros ahora? Jehová nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de los madianitas’” (Jueces 6:12-13, Biblia del Pueblo de Dios).
Incluso cuando ya estamos pasando por dificultades, hay algo que puede hacernos sentir aún más pesados: son las palabras de una persona a quien amamos. Por ejemplo, imagina que una mujer está pasando por un momento muy difícil y su esposo, sin saber lo grave que es la situación, se acerca a ella y le dice: "¿Con eso es suficiente para que te sientas así? Todo va a estar bien". ¿Cómo se sentiría ella? Probablemente, aún más agobiada. Si su esposo no hace un esfuerzo por entender su dolor y, desde su propio punto de vista, le responde sin pensar en lo que ella está viviendo, su sufrimiento podría aumentar.
En este tipo de situación, lo que realmente puede hacer que alguien sufra más es no entender por qué Dios, a quien ama, le está permitiendo vivir esa dificultad. Cuando no podemos entender por qué Dios permite que pasemos por una situación tan dolorosa, el sufrimiento parece volverse aún más pesado. Nos preguntamos: ¿por qué nos están sucediendo estas dificultades? ¿Por qué estamos enfrentando tanto dolor?
En el pasaje de Jueces 6:13, vemos a Gedeón respondiendo al ángel de Jehová, quien le había dicho: “¡El Señor está contigo, valiente guerrero!” Gedeón le contestó: "Señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sucedido todo esto? Nuestros antepasados nos dijeron que Jehová nos sacó de Egipto con grandes milagros, pero ahora, ¿dónde están esos milagros? Jehová nos ha abandonado y nos ha entregado en manos de los madianitas".
Si nos ponemos en el lugar de Gedeón, podemos entender por qué él respondió de esa manera. Desde su perspectiva, si Dios estaba con él y con el pueblo de Israel, ¿por qué tenían que esconderse en cuevas y refugios por culpa de los crueles madianitas (Jueces 6:2)? Si Dios estaba con ellos, ¿por qué les estaba ocurriendo esto? Si Dios estaba con ellos, ¿por qué sus cosechas y ganado eran saqueados por los madianitas, amalecitas y los pueblos del este (Jueces 6:4)? Gedeón no entendía cómo, si Dios estaba con Israel, el pueblo estaba pasando tanta miseria debido a la opresión de los madianitas (Jueces 6:6). Por eso, el pueblo clamó a Dios (Jueces 6:6-7).
Entonces, Dios envió a un profeta para que les dijera al pueblo de Israel: "Yo soy el Dios de Israel, yo te saqué de Egipto y te liberé de la esclavitud. Te libré de la mano de los egipcios y de todos los que te oprimían, y te di la tierra prometida, la tierra de los cananeos. Les dije que no temieran a los dioses de los amorreos, pero ustedes no me escucharon" (Jueces 6:8-10).
¿Por qué Dios, al ver el sufrimiento del pueblo de Israel, les envió este mensaje a través de un profeta? Tal vez Dios estaba explicándoles la razón por la que todo esto les había sucedido (Jueces 6:13). Así como, cuando salieron de Egipto, el pueblo no escuchó la advertencia de Dios de no adorar a los dioses de la tierra de Canaán (Jueces 6:10), ahora, durante la época de los jueces, también desobedecieron a Dios y, como consecuencia, Dios les explicó: “Esto es lo que les ha sucedido a ustedes por desobedecerme” (Jueces 6:13).
Gedeón no entendía que la razón por la cual los madianitas les estaban oprimiendo era porque Israel había hecho lo malo ante los ojos de Jehová, y que como resultado de su pecado, Dios los había entregado en manos de los madianitas (Jueces 6:1). Entonces, Gedeón le preguntó al ángel: "Si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sucedido todo esto?" (Jueces 6:13). Luego le preguntó al ángel: "Nuestros antepasados nos dijeron que Jehová nos sacó de Egipto con grandes milagros, pero ahora, ¿dónde están esos milagros?" (Jueces 6:13).
Este comentario de Gedeón muestra que aún no entendía por qué el pueblo de Israel estaba sufriendo de esa manera. En lugar de reconocer el pecado de Israel y arrepentirse, Gedeón seguía cuestionando a Dios, preguntando por los milagros del pasado, pero sin entender que el sufrimiento actual era la consecuencia de la desobediencia de Israel.
Gedeón pensaba que Dios había abandonado a Israel, ya que no veía milagros como los que ocurrieron en el pasado, cuando Dios había liberado al pueblo de la esclavitud en Egipto. Pero, en realidad, el pueblo de Israel estaba enfrentando las consecuencias de su desobediencia. Gedeón pensaba que Dios no estaba con ellos y que la falta de milagros era prueba de que Dios los había desamparado, pero eso no era cierto.
¿Era este pensamiento de Gedeón el mismo que Dios tenía?
Al meditar sobre estas palabras, pensé que el hecho de que Dios esté con nosotros, como estuvo con el pueblo de Israel, a pesar de que constantemente pecamos contra Él, es una gracia maravillosa de Dios. No entiendo cómo el Dios Santo puede estar con personas como nosotros, que repetidamente cometemos pecado. No hay duda de que es solo por los méritos de la cruz de Jesucristo, su Hijo unigénito. A pesar de que, como pueblo santo de Dios, deberíamos vivir como santos, nosotros, viviendo en este mundo de pecado, repetidamente desobedecemos Su palabra y cometemos injusticia, sin embargo, Dios sigue estando con nosotros. Esto no es más que una asombrosa gracia de Dios.
Otra reflexión que surgió mientras meditaba en estas palabras es que cuando cometemos pecado repetidamente, y como resultado, Dios permite que seamos entregados en manos de los incrédulos, experimentando grandes necesidades, eso es en realidad una muestra del amor de Dios. Es decir, Dios nos permite experimentar la pobreza porque nos ama. Si estuviéramos viviendo en abundancia a pesar de nuestros pecados constantes, no buscaríamos a Dios sinceramente. Y si no buscamos sinceramente a Dios, no reconoceríamos el pecado que estamos cometiendo y continuaríamos pecando contra Él.
Por lo tanto, el hecho de que, como consecuencia de nuestro pecado, experimentemos pobreza, es una oportunidad para clamar a Dios y también una buena oportunidad para darnos cuenta de nuestros pecados a través de Su palabra. En pocas palabras, que un Dios justo permita que experimentemos pobreza como resultado de nuestros pecados es una manifestación de Su amor, que nos lleva al arrepentimiento.
Mientras meditaba en estas palabras, una idea más me vino a la mente: podemos llegar a pensar que Dios nos ha abandonado, pero Dios nunca nos abandonará ni podrá abandonarnos. A veces, estamos pasando por grandes necesidades a causa de nuestros pecados, pero en lugar de reconocer que Dios está con nosotros, nos quejamos de que Él no está con nosotros y que no vemos Sus milagros. Al final, decimos que Dios nos ha abandonado.
Sin embargo, incluso en medio de nuestro sufrimiento, debemos creer que Dios está con nosotros. En lugar de buscar milagros de Dios, debemos darnos cuenta de nuestros pecados y pedirle perdón. Además, cuando nos sentimos entregados a la mano del mundo y estamos sufriendo intensamente, en vez de pensar que Dios nos ha abandonado, debemos recordar a Jesucristo, quien fue abandonado por Su Padre en la cruz. Pensando en Su sufrimiento y muerte, debemos darnos cuenta de que por Su sacrificio, todos nuestros pecados han sido perdonados, y por Su resurrección, hemos sido declarados justos ante Dios (Romanos 4:25). Ahora debemos estar seguros de que nada nos separará del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, nuestro Señor (Romanos 8:39).
Dios jamás podrá abandonarnos (Deuteronomio 31:6, Josué 1:5, Salmo 94:14, Hebreos 13:5).
No sabemos por qué nos han sucedido todas estas dificultades cuando Dios está con nosotros. Debido a todas estas dificultades que no podemos comprender con nuestro intelecto, clamamos a Dios para que nos salve de ellas. En ese momento, Dios revela nuestros pecados a través de la Biblia y nos hace mirar a Jesús. Dios nos hace confiar en los méritos de Jesús, quien murió en la cruz, y nos hace reconocer y confesar nuestros pecados. Y Dios nos hace darnos cuenta de que todas estas dificultades nos han sucedido como resultado de nuestros pecados impenitentes. Además, aunque estemos pasando por todas estas dificultades ahora, Dios nos entrena y nos fortalece a través de ellas, y nos da paz. Y Dios nos salva de todas estas dificultades en el tiempo de Dios y a la manera de Dios. Debemos alabar a este Dios de salvación con fe y gratitud.