Isaías 6:1-5

 



El toque de Dios

 

 

Para experimentar el toque de Dios, primero debemos reconocer que Dios es Dios.
Además, debemos experimentar Su santa presencia.
Es en esa presencia donde vemos nuestro verdadero yo.
Es decir, ante la presencia santa de Dios, no podemos evitar darnos cuenta de nuestro pecado y humillarnos en arrepentimiento.

Así como Isaías, al experimentar la presencia santa de Dios, exclamó:
"¡Ay de mí, que soy muerto!" (Isaías 6:5),
nuestra respuesta también debe ser un arrepentimiento humilde.

Cuando nos arrepentimos sinceramente, Dios nos toca y nos restaura.
Sólo entonces podemos responder al llamado de Dios para servirle.

Oramos para que esta obra del toque de Dios también se manifieste en nuestras vidas.