Salmo 103:8-14

 



El perdón de Dios

 

 

Dios se complace en perdonar a los orgullosos como nosotros.
Nuestro Dios nos perdona, aunque tengamos el cuello endurecido y no queramos escuchar la voz de nuestro Padre celestial; aunque no recordemos las maravillosas obras que Él hizo en el pasado y constantemente queramos volver a nuestra vida antigua, traicionándolo una y otra vez.

Su carácter es lleno de gracia, abundante en misericordia, lento para la ira, y no nos abandona.
A nosotros, que éramos enemigos suyos, Él nos amó y entregó a su Hijo unigénito, Jesús, en la cruz para perdonarnos y justificarnos.

Él es verdaderamente un Dios que ama a sus enemigos.
Por eso, a nosotros que hemos recibido ese amor, nos manda que amemos también a nuestros enemigos.

Como hijos suyos, reflejar el carácter del Padre es algo natural y justo.
Pero, ¿realmente estamos reflejando el carácter de ese Dios en nuestra vida?

¿Perdonamos a los que nos han ofendido, como oramos diciendo: "Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden"?