Nehemías 9:27-31
La misericordia de Dios
Nuestro Dios, lleno de gran misericordia, es un Dios que nos advierte.
Cuando pecamos y no nos arrepentimos, Él nos advierte para que obedezcamos sus mandamientos.
Aquellos que aceptan esa advertencia reciben “grande galardón”, como dice el salmista (Salmo 19:7-13).
Sin embargo, al igual que el pueblo de Israel, muchas veces endurecemos nuestra cerviz y no escuchamos la advertencia del Señor.
En esos momentos, Dios toma la vara del amor y nos disciplina.
Él nos bendice fielmente cuando obedecemos sus mandamientos, pero también nos disciplina fielmente cuando desobedecemos repetidamente.
La razón por la que no estamos acostumbrados a esta fiel disciplina es porque, en el momento, no parece causa de gozo, sino de tristeza (Hebreos 12:11).
Sólo cuando somos disciplinados clamamos al Señor.
Entonces, Dios escucha nuestro clamor y, con gran misericordia, nos salva.
Pero después de recibir su paz, volvemos a pecar.
Aun así, Dios nos perdona y nos rescata nuevamente.
¿La razón? Porque Él es un Dios de gran misericordia.