Eclesiastés 4:12

 

 

Una relación equilibrada

 

 

El esposo y la esposa fueron creados para apoyarse mutuamente. Sin embargo, si uno llega a depender más de su cónyuge que de Dios, nunca podrá establecer un hogar verdaderamente saludable. Al apoyarse en el cónyuge, es esencial mantener el equilibrio. Cuando la dependencia mutua se vuelve tan grande que deja a Dios fuera, ya no se trata de una relación matrimonial sana.

Entre el esposo y la esposa debe existir cierto espacio de libertad. El propósito de ese espacio libre es permitir que ambos puedan acercarse a Dios con libertad. En otras palabras, aunque los esposos se apoyen mutuamente, también necesitan cierta independencia espiritual.

Podemos entender esto mejor con la imagen de un triángulo. Si colocamos a Dios en la parte superior del triángulo, al esposo en la esquina inferior izquierda y a la esposa en la esquina inferior derecha, entonces, el esposo debe respetar la relación personal de su esposa con Dios, permitiéndole ese espacio para acercarse a Él. De la misma manera, la esposa debe conceder ese espacio a su esposo para que fortalezca su relación con Dios.

Cuando ambos moderan su dependencia mutua y priorizan su dependencia de Dios, dándose ese espacio necesario, el matrimonio puede desarrollarse con verdadero vínculo, intimidad, equilibrio y salud espiritual.