Efesios 4:21–24
La importancia del ser
Lo primero que deben hacer un hombre y una mujer que están considerando el matrimonio es cultivar su propio ser. Solo entonces podrán ver no las acciones externas del otro, sino su verdadera esencia (por ejemplo, su carácter). Este trabajo de cultivar el ser debe continuar incluso después del matrimonio. Antes del matrimonio, cuando hay pocos conflictos, gran parte del ser del otro permanece oculto. Pero al vivir juntos después de casarse, inevitablemente surgen muchos conflictos que exponen esas partes ocultas, permitiendo que ambos vean con mayor claridad quién es el otro en realidad.
Por eso es importante prepararse para el matrimonio y vivir la vida matrimonial con un enfoque en el carácter del otro y en su deseo de parecerse a Jesús. Cuando hacemos esto, podemos ver, por la gracia de Dios, cómo un pecador puede vivir su vida matrimonial. Para los cristianos, nuestro ser no puede separarse de Dios, quien es amor. Solo cuando vivimos como seres de amor, obedeciendo el mandamiento de Jesús de amar a Dios y al prójimo, podemos experimentar gozo y felicidad en nuestro ser.
Sin embargo, todas las acciones "bien presentadas" que surgen de un ser vacío no son más que algo sin sentido que sacude los cimientos del matrimonio. Debemos tomar muy en serio la importancia del ser. Debemos encontrar nuestro ser en el ser de Dios, y en ese proceso de llegar a parecernos a Él, debemos tratar a nuestro cónyuge de la misma manera en que Él actúa con nosotros.