¡Mantente calmado!

 

 

 

"Si el espíritu del príncipe se exalta contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas" (Eclesiastés 10:4).

 

 

Ayer leí una noticia en Yahoo titulada: "Ex pastor recibe la pena máxima por acusación sumaria". Un ex pastor de apellido Jung (63 años) fue acusado por interrumpir un culto en la iglesia que lo había destituido. Golpeó sillas con una botella vacía y cantó himnos con un micrófono, lo cual fue considerado como un acto de perturbación. La razón de su conducta fue que en septiembre de 2001 fue destituido por expulsar a un anciano sin la aprobación del presbiterio. Entonces abandonó su denominación y fundó otra iglesia, pero el conflicto continuó cuando el presbiterio envió a otro pastor a esa congregación, lo que provocó una lucha por la propiedad de la iglesia. El tribunal declaró: “A pesar de ser pastor y conocer el mandamiento bíblico de amar incluso a los enemigos, el señor Jung no mostró arrepentimiento alguno. Buscó solo beneficios seculares y, como pastor que debía guiar a los fieles, lideró el delito, por lo cual se le impone una pena severa.” Fue condenado a tres años de prisión inmediata. (También fueron condenados un evangelista y ocho fieles con penas de uno a dos años.)

Este suceso es francamente lamentable.

Algo similar está ocurriendo incluso dentro del presbiterio al que pertenece nuestra iglesia. Una iglesia grande ha sido dividida en dos grupos, los cuales han terminado en una disputa legal. Aunque el presbiterio ha intentado mediar, uno de los grupos, insatisfecho con las acciones del presbiterio, decidió abandonarlo. La semana pasada, incluso fue necesaria la intervención de la policía. Este hecho llegó a ser reportado en periódicos coreanos. ¡Qué vergüenza!

¿Por qué pelean? Habrá muchas razones, pero creo que el enojo es uno de los factores que más avivan el conflicto hasta llevarlo a los tribunales. El pasaje de hoy nos da algunas enseñanzas sobre cómo manejar la ira.

 

Primero: ¿Cómo debemos ver al “gobernante airado”?

Aquí, “gobernante” puede referirse a un rey, pero también puede aplicarse de forma más amplia a cualquier autoridad: líder, jefe, pastor, esposo, etc. En Eclesiastés 10:3 se nos muestra que un gobernante que se enfurece revela su necedad y falta de sabiduría. Esta falta de sabiduría proviene de no dejarse guiar por la Palabra de Dios y, por tanto, de no haber desarrollado un corazón amplio mediante una vida de obediencia. Dicho de otra manera, es alguien que se deja llevar por sus emociones más que por la razón. Como no se deja controlar por la Palabra, carece de dominio propio. El resultado es que expresa su enojo fácilmente.

Proverbios 25:28 dice: “Como ciudad derribada y sin muro es el hombre que no tiene control sobre su espíritu.” En inglés, lo traduce así: "a man who lacks self-control." La Biblia enseña que quien no tiene dominio propio, quien carece de sabiduría y quien se deja llevar por la ira es un necio que expone su insensatez.

 

Segundo: ¿Cómo debemos actuar frente al gobernante airado?

El texto de hoy dice: “No dejes tu lugar.” Es decir, incluso si el gobernante es injusto o actúa mal, no debemos enfrentarlo. No debemos devolver ira por ira. Confieso que muchas veces, cuando mi esposa se enoja, yo también me enojo. Eso revela mi necedad y mi pecado contra la Palabra de Dios.

Eclesiastés 8:3 dice: “No te apresures a irte de su presencia, ni persistas en cosa mala.” David nos da un buen ejemplo: aunque el rey Saúl, lleno de maldad, quiso matarlo, David, temeroso de Dios, no se atrevió a levantar su mano contra él. Así también nosotros: ante un pastor, esposo, jefe, presidente u otra autoridad que se enoje, no debemos responder con confrontación.

 

Tercero: La enseñanza más valiosa es esta: debemos mantener la calma frente a un gobernante airado.

En coreano, la palabra en el versículo 4 es “공순”, que en inglés se traduce como “calmness” (NIV) o “composure” (NASB). El alma de una persona calmada es como un agua tranquila. Bíblicamente, diríamos que tiene un espíritu manso, lo cual es característico de una persona sabia.

El sabio sabe controlar su enojo. Es alguien “tardo para la ira” y “dueño de su espíritu” (Proverbios 16:32). Además, es capaz de calmar la ira del gobernante. El sabio y calmado logra apaciguar el enojo de otros (Proverbios 16:14). ¿Cómo es posible lograr eso? La respuesta está en Proverbios 25:15: “Con larga paciencia se aplaca el príncipe, y la lengua blanda quebranta los huesos.” La paciencia y una lengua suave calman la ira.

Hoy en día, vivimos en una sociedad donde las emociones están a punto de estallar. No solo fuera de la iglesia, sino dentro de ella también —incluso entre pastores—, vemos expresiones de ira con frecuencia. ¿Qué debemos hacer? Ya que quien se enoja con facilidad muestra su necedad y falta de sabiduría, no debemos enfrentarlo. Debemos calmarnos para apaciguar su enojo. Pero para eso, primero debemos aprender a controlar nuestra propia ira.

 

 

 

Doy gracias a Dios por Su Palabra, que me fue dada mientras oraba sin saber qué hacer, al ver cómo incluso las iglesias de nuestro presbiterio han llegado a pleitos legales.

 

 

Compartido con gratitud, desde el tranquilo despacho pastoral de la Iglesia Presbiteriana de la Victoria,
Pastor James Kim