Los trabajadores de Cristo

“Así que, ténganse a nosotros como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel. Para mí, el ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano no tiene importancia alguna; de hecho, ni yo me juzgo a mí mismo. No estoy consciente de ningún fallo, pero no por eso soy inocente; quien me juzga es el Señor. Así que no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, quien aclarará las cosas ocultas en la oscuridad y sacará a la luz los pensamientos íntimos de los corazones. Entonces cada uno recibirá de Dios su alabanza.” (1 Corintios 4:1-5)

En el himnario, el himno número 350, titulado “Me Limpiaste de Mi Pecado,” en su primera estrofa y estribillo dice así:
(Estrofa 1) “Me limpiaste de mi pecado, me hiciste siervo tuyo, siempre canto el gran amor de mi Salvador.”
(Estribillo) “Señor que me hiciste siervo, dame poder grande y fuerte, úsame siempre a tu voluntad.”

La base bíblica de este himno proviene de la primera carta que el apóstol Pablo envió a su amado colaborador y hijo en la fe, Timoteo, en 1 Timoteo 1:12:
“Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me ha fortalecido, porque me consideró fiel y me confió este ministerio.”

El apóstol Pablo confesó su gratitud a Timoteo por que, aunque era el mayor pecador, el Señor no solo lo salvó sino que también le confió un ministerio glorioso y lo usó como su siervo.
Espero que esta confesión de agradecimiento de Pablo sea también la mía y la de ustedes.
Cuanto más vivimos nuestra fe, más reconocemos la gracia de Dios, la gracia de la salvación, y el que Dios nos haya hecho sus siervos aun siendo pecadores como nosotros.
Con corazón lleno de gratitud y alabanza, oremos y cantemos: “Señor, dame tu gran poder y úsame siempre conforme a tu voluntad.”

En 1 Corintios 4:1-5, el apóstol Pablo habla de los “trabajadores de Cristo.”
Especialmente en el versículo 1, Pablo insiste en que los creyentes de la iglesia de Corinto deben considerar a él y a sus compañeros de ministerio como los verdaderos siervos de Cristo.
Basándome en este pasaje, quiero reflexionar hoy sobre tres aspectos acerca de los trabajadores de Cristo, bajo el título “Los Trabajadores de Cristo,” para recibir la enseñanza que Dios nos quiere dar.
Oro para que todos, ustedes y yo, seamos establecidos como trabajadores de Cristo y recibamos la bendición de ser alabados por Dios.