Cristiano que cumple con su responsabilidad hasta el final
“Y les dijo: Vosotros habéis guardado todo lo que Moisés, siervo de Jehová, os mandó; y habéis obedecido a
mi voz en todo lo que os he mandado. No habéis dejado a vuestros hermanos en este largo tiempo hasta el
día de hoy, antes bien, habéis guardado la ordenanza del mandamiento de Jehová vuestro Dios”
(Josué 22:2–3).
¿Somos los cristianos personas dignas de confianza a los ojos del mundo?
¿Podemos confiar los unos en los otros dentro de la misma comunidad cristiana?
Lamentablemente, parece que incluso entre nosotros falta la confianza mutua, y eso se debe a que hemos perdido credibilidad entre nosotros.
¿Y por qué hemos perdido esa confianza?
Porque no cumplimos con nuestra palabra.
Decimos muchas promesas con la boca, pero no las cumplimos con fidelidad.
Hoy, muchos cristianos han llegado a ser personas sin compromiso, sin responsabilidad, sin palabra.
Entonces, ¿qué debemos hacer?
En Josué 22:2–3, vemos al líder de Israel, Josué, elogiando a los hombres de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, que lo acompañaron en la conquista de la tierra prometida, Canaán (Jos 22:1).
Si resumimos su elogio en una sola frase, sería esta:
“Ustedes han cumplido con responsabilidad lo que Dios les mandó, hasta el final” (v. 3).
¿Cuál fue exactamente la responsabilidad que estas tribus cumplieron fielmente?
Ellos se comprometieron a cruzar el Jordán armados y luchar delante del Señor, hasta que Él expulsara a los enemigos y sometiera la tierra de Canaán (Números 32:21–22).
Al principio, Moisés reprendió duramente a estas tribus —Rubén, Gad y la media tribu de Manasés— porque querían quedarse del lado oriental del Jordán, en la tierra de Jazer y Galaad, rica en pastos (Nm 32:1, 4), para cuidar sus rebaños y sus familias (v. 16), sin cruzar con los demás israelitas (v. 5).
Esto desanimaba al resto del pueblo y ponía en peligro la posesión de la tierra prometida (vv. 7, 9).
Pensemos en esto. Estas tribus podrían haberse quedado en la comodidad de su heredad, pero asumieron un compromiso militar y espiritual: luchar por sus hermanos hasta el final, sin importar los años que tomara.
Y lo cumplieron. Por eso Josué los elogia:
No abandonaron a sus hermanos. Cumplieron la responsabilidad que Dios les dio.
Así también nosotros, como cristianos, estamos llamados a cumplir con lo que prometemos.
La fidelidad a nuestras responsabilidades —ante Dios, ante nuestros hermanos, ante la sociedad— es lo que da testimonio de nuestra fe.
Hoy el mundo necesita ver cristianos con palabra, con integridad, con responsabilidad hasta el final.
Que tú y yo seamos de aquellos que no abandonan su deber, que honran sus promesas, y que viven con fidelidad a lo que Dios ha encomendado.