La vida moral del cristiano

 

 

 

“Varios días después, Félix regresó con su esposa Drusila, que era judía. Mandó llamar a Pablo y lo escuchó hablar acerca de la fe en Cristo Jesús. Pero al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo y dijo: ‘Por ahora puedes retirarte; cuando tenga oportunidad, te llamaré de nuevo.’ Al mismo tiempo esperaba que Pablo le ofreciera dinero, por lo que lo mandaba llamar con frecuencia y conversaba con él. Al cabo de dos años, Félix tuvo como sucesor a Porcio Festo; y, queriendo congraciarse con los judíos, dejó a Pablo preso.” (Hechos 24:24–27)

 

 

Leí un artículo en internet titulado: “Cómo aumentar el coeficiente moral de tu hijo: No basta con un alto IQ, los niños con alto MQ (coeficiente moral) son los que tienen éxito.”
Este concepto fue propuesto por el profesor Robert Coles de la Universidad de Harvard. Él argumenta que quienes son buenos y saben considerar a los demás son los que realmente alcanzan el éxito.

Actualmente, y aún más en el futuro, se da cada vez más importancia al MQ (coeficiente moral) sobre el IQ (coeficiente intelectual). Vivimos en una era de información y de cambios acelerados, en la que cada miembro de la sociedad necesita una formación continua y desarrollo personal.
Si esta tendencia continúa, en unos diez años, el simple hecho de tener conocimientos técnicos no garantizará una ventaja competitiva frente a otros.

Por eso, muchos padres se esfuerzan en dar a sus hijos educación en idiomas, música, deportes, etc. Pero si miramos a nuestro alrededor, veremos que hay muchos niños que ya hacen todo eso muy bien.
Ahí es cuando brilla el MQ: la capacidad moral de influir en otros con el ejemplo, de motivar a los demás a servir y a participar.
Las personas con alto coeficiente moral saben servir a otros y conocen el valor del éxito compartido.
Y esto se debe a que la moral no es otra cosa que aprender los principios y normas que deben regir la vida humana, así como una visión correcta del mundo.

Una investigación que siguió a los graduados de Harvard durante 60 años concluyó que no hay relación entre las calificaciones académicas y el éxito. Los que llegaron a tener éxito eran personas con sentido del humor, amables, consideradas con los demás, con buen juicio moral; es decir, personas con alta moralidad.

Lo que salta a la vista hoy es la pérdida de la moral.
La moral es la voluntad de abstenerse de lo incorrecto y hacer lo correcto.
Incluso cuando alguien se ve obligado a hacer lo que no es correcto, si al menos siente remordimiento de conciencia, eso indica que todavía queda algo de raíz moral en su interior.

Sin embargo, lo que vemos hoy es alarmante: personas que hacen el mal sin ningún tipo de vergüenza o conciencia.
La Biblia describe este estado como tener la conciencia “cauterizada” (1 Timoteo 4:2).

El teólogo moralista R. Niebuhr dijo:
“La identidad del cristiano, al final, se manifiesta hacia afuera en su moralidad.”

Entonces, ¿cómo está nuestra moralidad como cristianos?
¿Cómo nos ve el mundo?
Nosotros, los cristianos, debemos tener un nivel moral más alto que el del mundo.
Si bajamos nuestro estándar moral, nuestra identidad cristiana inevitablemente se derrumbará.