Tres cosas a las que los cristianos deben dedicarse necesariamente
“Por haber recibido ayuda, Hagarenos y los que estaban con ellos fueron derrotados a manos de ellos,
porque cuando peleaban confiaban en Dios y clamaban a Él, y Dios les respondió.” (1 Crónicas 5:20)
Primero, una cosa a la que los cristianos deben dedicarse es a ser personas familiarizadas con la Palabra de Dios.
Mira 1 Crónicas 5:18: “Los descendientes de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés, valientes guerreros capaces de portar escudo y espada y de usar el arco para la batalla, eran 37,760.” Los descendientes de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés le pidieron a Moisés, al sacerdote Eleazar y a los líderes de la congregación que les dieran la tierra de Jazer y Galaad como herencia (Números 32:1-5). También pidieron que no tuvieran que cruzar el río Jordán (v.5), porque esas tierras eran apropiadas para el pastoreo y tenían muchos animales (v.1,4). Moisés les respondió: “¿Tus hermanos van a la batalla y tú quieres quedarte aquí… desanimando a Israel?” (vv.6-7). Entonces ellos prometieron que primero construirían corrales para sus animales y ciudades para sus hijos, y luego, armados, irían al frente para ayudar a los hijos de Israel a conquistar la tierra de Canaán, y no regresarían a sus casas hasta que cada uno recibiera su herencia (vv.16-18). Y cumplieron su promesa, sin abandonar a sus hermanos, cumpliendo la responsabilidad que Dios les había ordenado (Josué 22:3). La Biblia los llama “guerreros” (1 Crónicas 5:18), y dice que eran “capaces de portar escudo y espada y de usar el arco para la batalla” (v.18).
Nosotros también debemos ser personas acostumbradas a la batalla. Como guerreros de Jesucristo, debemos ser expertos en la guerra espiritual. Sobre todo, debemos ser guerreros que manejan bien la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. En la lucha contra nosotros mismos, el pecado, el mundo, Satanás y en la guerra espiritual, debemos saber manejar con destreza la Palabra de Dios. Como cristianos, debemos dedicarnos a ser personas familiarizadas con la Palabra de Dios.
Segundo, otra cosa a la que los cristianos deben dedicarse necesariamente es a confiar en Dios y clamar a Él.
Veamos 1 Crónicas 5:20:
“Fueron ayudados contra ellos, y los agarenos y todos los que estaban con ellos fueron entregados en sus manos, porque clamaron a Dios durante la batalla y Él les respondió, ya que habían confiado en Él.”
Los hijos de Rubén, de Gad y la media tribu de Manasés pelearon contra los agarenos, Jetur, Nafis y Nodab (v.19). En medio de esa guerra, ellos confiaron en Dios y clamaron a Él (v.20). Y Dios, al oír su clamor, les respondió y los ayudó (v.20). Como resultado, obtuvieron la victoria en la guerra (vv.21-22).
Para que también nosotros podamos vencer en la guerra espiritual, no solo debemos estar familiarizados con la Palabra de Dios, sino también con la oración. Es decir, debemos estar acostumbrados a clamar a Dios. Debemos ser personas que confían en Dios constantemente (Salmo 22:4). Esa confianza en Dios debe impulsarnos a clamar con fe. Cuando clamamos, Dios nos escucha (Salmo 77:1; Éxodo 22:3), y Él responde (Salmo 3:4; 86:7; 120:1). Finalmente, Dios nos dará la victoria (1 Corintios 15:57).
Tercero, otra cosa a la que los cristianos deben dedicarse es a guardar su corazón después de haber recibido la gracia de Dios.
Veamos 1 Crónicas 5:25:
“Pero pecaron contra el Dios de sus padres, prostituyéndose con los dioses de los pueblos de la tierra, a quienes Dios había destruido delante de ellos.”
Los hijos de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, después de haber vencido a los agarenos, Jetur, Nafis y Nodab, se establecieron en su tierra (v.22). Los de la media tribu de Manasés vivieron desde Basán hasta Baal Hermón, Senir y el monte Hermón, y se extendieron por todo el territorio (v.23). Además, fueron muchos en número, y sus líderes —Eber, Isí, Eliel, Azriel, Jeremías, Hodavías y Jadiel— fueron hombres valientes y reconocidos (v.24). Sin embargo, después de la victoria, la prosperidad y la fama, pecaron contra Dios (v.25). Le fueron infieles, sirviendo a los dioses de los pueblos que Dios mismo había destruido (v.25). Como consecuencia, Dios incitó al rey de Asiria a invadir sus tierras (v.26), y fueron llevados cautivos a Asiria (v.26).
Debemos tener cuidado después de una victoria espiritual. Debemos estar alerta después de recibir la gracia. Debemos guardar nuestro corazón cuando todo nos va bien y vivimos en abundancia. Si no lo hacemos, caeremos en la tentación del enemigo y pecaremos contra Dios. Seremos infieles y comenzaremos a servir a los ídolos de este mundo. Como resultado, vendrá la disciplina del Señor sobre nosotros.