El cristiano que actúa con arrogancia
“Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena; pero bienaventurado el que guarda la ley.”
(Proverbios 29:18)
En la época del profeta Ezequiel, el pueblo de Israel cometía lo que Dios llamaba “acciones arrogantes y vergonzosas” (Ezequiel 16:30). Ellos confiaban en la gloria que Dios les había dado y, en su orgullo, cometían mucha fornicación (versículos 14-15). Construyeron para sí mismos altares lujuriosos y cometían inmoralidad en ellos (versículo 16). Usaron las bendiciones materiales que Dios les dio para hacer ídolos y pecar (versículo 17). Peor aún, sacrificaron a sus propios hijos a esos ídolos (versículo 20). Sin embargo, consideraban sus actos de inmoralidad como algo pequeño (versículo 17). No se saciaban de su lujuria y hasta se unieron con los asirios, yendo tan lejos como la tierra de los caldeos, sin conocer límite (versículos 28-29). Esto es lo que Dios llama “acciones arrogantes y vergonzosas” (versículo 30).
¿No estamos acaso nosotros los cristianos hoy haciendo actos arrogantes semejantes a los del pueblo de Israel en tiempos de Ezequiel? También en el Éxodo, el pueblo de Israel actuó con arrogancia (Éxodo 32:25). Al ver que Moisés tardaba en bajar del monte Sinaí, se reunieron y le pidieron a Aarón que les hiciera un dios para que los guiara, y finalmente hicieron el becerro de oro (versículos 1 y 4). Cometieron el pecado de adorarlo (versículo 8). Moisés vio que el pueblo actuaba con mucha arrogancia (versículo 25), y la causa fue que Aarón los permitió ser arrogantes (versículo 25). Esto los convirtió en motivo de burla para sus enemigos (versículo 25).
Dios prometió a Moisés que levantaría un profeta semejante a él para hablar al pueblo y pondría sus palabras en su boca (Deuteronomio 18:18). Dios quería que ese profeta comunicara todo lo que Él mandara al pueblo (versículo 18). Pero el problema son los falsos profetas, que hablan con arrogancia palabras que Dios no les mandó, ya sea en su nombre o en el de otros dioses (versículo 20). Se sabía que hablaban con arrogancia porque lo que decían en nombre de Dios carecía de seriedad y no se cumplía (versículo 22). ¿No hay también hoy muchos falsos profetas, predicadores y pastores que profetizan falsamente?
La Biblia dice: “El sabio teme y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y confiado.” (Proverbios 14:16) El cristiano sabio teme a Dios y evita el mal, pero el necio es orgulloso, imprudente e irrespetuoso. El necio no teme a Dios y rechaza someterse a la ley de Dios (Proverbios 29:18). Pero el sabio guarda la ley de Dios, cuida su conducta y protege su alma (Proverbios 19:16). La Biblia dice que estos cristianos son bendecidos (Proverbios 29:18).
¿Eres tú un cristiano necio? ¿O eres un cristiano sabio? ¿Actúas con arrogancia o guardas la ley de Dios y eres un cristiano bendecido?