Un cristiano como debe ser
(Introducción)
¿Quién es un verdadero cristiano? ¿Quién es un auténtico seguidor de Cristo?
Hay tantos que se llaman cristianos y que, a simple vista, parecen serlo, pero mientras más los conoces, más te das cuenta de que su fe es tan inmadura que están más cerca de los incrédulos que de los creyentes.
Cristianos que dicen tener fe, pero que caen fácilmente en la tentación, cuya fe se tambalea ante cualquier cosa; principiantes que ni siquiera conocen las doctrinas básicas que enseña la Biblia; personas dentro de la iglesia que, por envidia y contiendas, rompen la unidad del cuerpo de Cristo...
¿Cuántos hay hoy dentro de la iglesia que confían más en las riquezas que en Dios, que viven desordenadamente y aun así intentan justificarse ante sí mismos?
¿Cuántos cristianos de cerviz dura, que no obedecen a Dios y siguen su propio capricho?
¿Cuántos no caminan guiados por el Espíritu Santo, sino según los deseos de la carne, cayendo en el pecado?
¿Cuántos reciben la Palabra de Dios, pero no la obedecen?
Cada domingo vienen al templo a rendir culto, pero sus corazones están lejos de Dios y solo lo adoran de labios para afuera con hipocresía.
Esta es la triste realidad, la tragedia de muchos cristianos hoy.
Hemos perdido el sabor.
Los cristianos, que debemos ser la sal del mundo, ya no estamos dando sabor.
Hemos perdido la capacidad de evitar que esta sociedad se corrompa.
¿Por qué? Porque hemos perdido el sabor del evangelio. Porque ya no saboreamos la dulzura de la Palabra de Dios.
Y aun así, no sentimos vergüenza.
Nos hemos convertido en cristianos que no conocen el pudor.
Por eso, ahora estamos siendo duramente criticados por los no creyentes.
Entonces, ¿qué debemos hacer?
Recientemente, mientras preparaba una serie de libros sobre “Noviazgo, Matrimonio y Familia”, sentí también la necesidad de trabajar en otra serie titulada “Iglesia, Pastor y Cristo”.
Reuní y edité varios escritos que había preparado a lo largo del tiempo, y los organicé en tres volúmenes:
“Una iglesia como debe ser”,
“Un pastor como debe ser”,
y “Un cristiano como debe ser”.
Es un motivo de gozo y gratitud poder compartir primero con ustedes este volumen: “Un cristiano como debe ser”.
Deseo sinceramente que estas humildes palabras puedan ser de ayuda a todos los hermanos y hermanas en la fe que lean este libro, para que sean edificados como verdaderos cristianos.
Que la primera estrofa del himno 463 del Nuevo Himnario Coreano, titulado “Deseo ser cristiano”, se convierta en una oración sincera para todos nosotros:
“Deseo ser cristiano… de corazón, sinceramente…”
En el Señor,
James Kim, pastor
(Compartiendo con gratitud por el gran amor de Dios, quien me hace aceptar las consecuencias de mis pecados y me guía a confesar mi desobediencia)