Oración de gratitud en medio del sufrimiento, y la salvación inesperada de Dios
“Jonás oró a Jehová su Dios desde el vientre del pez grande” (Jonás 2:1).
¿Cómo pudo el profeta Jonás orar a Dios con gratitud aun en medio del sufrimiento? Porque recordó la gracia salvadora que Dios le había otorgado en el pasado. ¿Cuál fue esa gracia salvadora que Dios le mostró a Jonás? Fue que, aunque fue arrojado al mar (1:15), Dios “ya había preparado un gran pez para que tragase a Jonás” (v.17) y así lo salvó.
Esta no es la salvación que normalmente oramos o esperamos. La salvación que pedimos y esperamos es como la del apóstol Pedro, quien al estar hundiéndose gritó: “¡Señor, sálvame!” (Mateo 14:30), y Jesús inmediatamente lo sostuvo y lo llevó al barco con Él (vv.31-32). Pedro incluso tuvo la experiencia de caminar sobre el agua hacia Jesús antes de hundirse (vv.29-30). Pero Dios no salvó a Jonás subiéndolo a un “barco” (aunque este casi se rompía por la tormenta; 1:4), sino que lo salvó introduciéndolo dentro del “vientre de un gran pez” (v.17). ¿Quién esperaría o oraría por una salvación así? ¿Quién esperaría ser rescatado de una dificultad (ser arrojado al mar) solo para ser llevado a otra dificultad (estar dentro del pez)?
¿Por qué Dios salvó a Jonás dentro del vientre del gran pez en lugar de salvarlo en un barco como a Pedro? Aunque nunca podremos comprender plenamente el propósito de Dios (Job 5:9, 37:5), pienso que hay al menos dos razones.
La primera razón es que Dios quiso que Jonás entendiera que desobedecer a Dios (1:2) es un camino cuesta abajo.
El mandato de Dios fue: “Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido delante de mí” (1:2). Pero Jonás bajó a Jope y se embarcó rumbo a Tarsis (v.3), descendió al piso inferior del barco (v.5), y bajó hasta “las profundidades del mar” (2:3) y “hasta las raíces de los montes” (v.6). Así es la desobediencia: un camino cuesta abajo.
La segunda razón es que Dios quiso que Jonás orara dentro del gran pez y comprendiera la verdad de que “la salvación pertenece a Jehová” (2:9).
Quizás si Jonás hubiera sido salvado en el barco como Pedro, habría orado con gratitud, pero no habría confesado con fe que “la salvación pertenece a Jehová”. Sin embargo, desde lo profundo del mar, dentro del vientre del pez, mirando hacia el “templo del Señor” (v.4), un lugar que parecía lejano e inaccesible, Jonás entendió que, humanamente, era imposible ser rescatado en esa situación. Solo podía mirar al Dios Salvador. Y fue dentro del vientre del pez que Jonás comprendió que Dios es su Salvador. Por eso, aunque aún no había sido rescatado, desde el vientre del pez oró con fe y gratitud, confiando en la salvación (v.1).
Nosotros también debemos, como Jonás, orar con gratitud a Dios en medio del sufrimiento. Debemos recordar la gracia salvadora de Dios en el pasado y, aun en las dificultades presentes, orar con fe, confiando en la salvación y agradeciendo a Dios anticipadamente. Aunque la forma en que Dios nos rescate sea diferente a nuestras oraciones o expectativas, debemos confiar que la salvación pertenece a Dios, que Él nos salvará a su manera y que cumplirá el propósito del sufrimiento que nos envía. Por eso, debemos orar con gratitud anticipada a Dios.
Aun en medio del sufrimiento, no queda más que agradecer a Dios.
Pastor James Kim
(Compartiendo con la oración de que podamos orar, esperar y recordar con fe la salvación de Dios en el presente)