Cuando llegaron al lugar llamado Getsemaní, Jesús dijo a sus discípulos: “Siéntense aquí mientras yo voy a orar.” Luego llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentir una profunda angustia y tristeza. Entonces les dijo: “Siento en el alma una tristeza de muerte. Quédense aquí y manténganse despiertos.” Y avanzando un poco más, se postró en tierra y oraba para que, si fuera posible, pasara de él aquella hora difícil. Decía:
“Abba, Padre, todo te es posible. Líbrame de beber esta copa amarga. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres” (Marcos 14:32-36, Biblia al Día).
Meditamos sobre el contenido de esta oración de Jesús para recibir las enseñanzas que nos brinda:
(1) El lugar donde oró Jesús:
Marcos dice que Jesús “se adelantó un poco, se postró en tierra y comenzó a orar para que, si fuera posible, no tuviera que pasar por aquella hora” (v.35). Lucas escribe que “se alejó de ellos como a un tiro de piedra, se arrodilló y comenzó a orar” (Lucas 22:41). Según Hokma, esa distancia era corta, unos 30 a 50 metros. Por tanto, en medio de la noche, mientras Jesús enfrentaba un conflicto interno extremo y suplicaba con gran clamor (Hebreos 5:7), los discípulos probablemente escuchaban claramente su voz y sentían en el corazón la angustia de su Maestro (Hokma).
(2) La postura de la oración de Jesús:
Marcos relata que “se postró en tierra” (Marcos 14:35), Mateo añade que “se postró rostro en tierra” (Mateo 26:39), y Lucas dice que “se arrodilló” (Lucas 22:41). Hokma explica que entre los judíos era común orar de pie con las manos levantadas (Marcos 11:25) o de rodillas (Hechos 7:60; Efesios 3:15). El hecho de que Jesús se postrara rostro en tierra expresa su absoluta humildad, un vaciarse total de sí mismo y una sumisión completa y activa a la voluntad del Padre (Hokma).
(3) El contenido de la oración de Jesús:
Jesús oró: “Abba, Padre, todo te es posible. Líbrame de beber esta copa amarga. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres” (Marcos 14:36). Reflexionamos sobre esta oración en tres partes:
(a) Primero:
“Abba, Padre, todo te es posible.” (En la versión Reina-Valera Contemporánea: “Abba, Padre, todas las cosas te son posibles”). El término “Abba, Padre” —de origen arameo— resalta la profunda intensidad emocional del clamor de Jesús. En ese momento supremo, el único a quien podía mirar era al Padre celestial que lo había enviado a la tierra y que también le entregaría la copa de la cruz (Hokma). Jesús confiesa que el Padre lo puede todo.
(i) Al reflexionar sobre el Dios todopoderoso para quien todo es posible, me viene a la mente Génesis 18:13-14 (Biblia al Día): “Entonces el Señor le preguntó a Abraham: ‘¿Por qué se ríe Sara? ¿Por qué duda de que pueda tener un hijo en su vejez? ¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Volveré a visitarte el año próximo, y para entonces Sara tendrá un hijo.’” Y también Lucas 1:37 (Nueva Traducción Viviente): “Porque nada es imposible para Dios.” La Biblia afirma que, como hijos de Dios, hemos recibido el Espíritu de su Hijo en nuestros corazones, por lo cual podemos clamar: “¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15; Gálatas 4:6, NTV). Como hijos de Dios, tenemos el privilegio de orar en el nombre de Jesús a nuestro “Abba, Padre”, para quien no hay nada imposible: “… Les aseguro que el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, y tendrán alegría en abundancia” (Juan 16:23-24, Biblia al Día).
(b) Segundo:
“Líbrame de beber esta copa amarga” (Marcos 14:36). Jesús suplicó que, si fuera posible, esa “hora” pasara de él (v.35). Esa “hora” era el momento señalado por Dios en el cual Jesús sufriría y moriría (Hokma). El verbo “pasar” evoca el contexto de la Pascua; en Éxodo 12:23, el ángel de la muerte “pasó por alto” las casas de los israelitas. Así, “pasar” aquí también puede entenderse como el deseo de evitar el desastre mortal, esperando la protección divina (Hokma).
La “copa” representa ese mismo acontecimiento: – Puede referirse al sufrimiento y muerte físicos que Jesús tendría que enfrentar como ser humano.
– También puede simbolizar la ira de Dios por el pecado, que implica no solo dolor físico, sino sufrimiento espiritual y muerte (Hokma).
(i) Nosotros también, como Jesús, oramos en momentos de angustia para que el tiempo del sufrimiento pase de nosotros o de quienes amamos.
El corazón de esa súplica es un clamor por vida y salvación, por no morir.
(c) Tercero (final):
“Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres” (Marcos 14:36). Esta frase marca el clímax donde la humanidad de Jesús —con todo su temor y dolor— se somete por completo a la voluntad del Padre. Jesús decide obedecer y beber la copa del sufrimiento. Desde este momento, la oración de Jesús cambia: ya no pide evitar la copa, sino fuerza para poder beberla hasta el final (Lucas 22:43) (Hokma).
(i) Nosotros también deseamos que esa copa de sufrimiento pase de nosotros, pero si el deseo del Señor es que la bebamos en ese momento, debemos decir como Jesús: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Marcos 14:36, Biblia al Día).
Durante la Santa Cena, el vino que recibimos en fe representa la sangre de Cristo: una copa de bendición (1 Corintios 10:16, Biblia al Día). Fue porque Jesús aceptó la copa amarga del sufrimiento, conforme a la voluntad del Padre, que ahora nosotros podemos recibir la copa de bendición (Lucas 22:42). Siguiendo su ejemplo, también debemos aceptar el sufrimiento que se nos ha concedido por causa de Cristo (Filipenses 1:29, Biblia al Día).