Al meditar en las palabras:
“Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Iba acompañado de un grupo armado con espadas y palos, que habían sido enviados por los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos” (Marcos 14:43, Nueva Versión Internacional), queremos recibir la enseñanza que el Señor nos da:

(1) Mientras Jesús aún decía: “¡Miren! Se acerca el que me va a traicionar” (v. 42), y aún hablaba con sus discípulos, apareció Judas Iscariote, uno de los doce, quien era “el pecador” que lo iba a entregar (v. 41). Judas venía al frente del grupo enviado por los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos (Lucas 22:47), como lo relata Marcos 14:43 (NVI).

(a) Fue en ese mismo momento, mientras Jesús aún les hablaba, que Judas apareció guiando un grupo compuesto por soldados romanos con espadas y guardias del templo armados con palos. Los condujo de noche hasta Getsemaní, donde sabía que Jesús estaría (Comentario Hokma).

(i) Mientras Marcos no menciona en qué momento Judas se separó de los demás discípulos para unirse a los que querían arrestar a Jesús, el evangelio de Juan sí nos dice que fue después de recibir un pedazo de pan durante la última cena que Judas salió del grupo (Juan 13:30).
Probablemente, lo que Judas ofreció a cambio de dinero fue información: indicar el lugar adecuado para arrestar a Jesús en un momento oportuno, sin causar disturbios.  Judas, quien conocía bien los lugares que Jesús solía frecuentar (Juan 18:2: “Jesús solía reunirse allí con sus discípulos, y Judas, el traidor, conocía el lugar”), sabía que, tras la cena de Pascua, Jesús iría al Monte de los Olivos, a Getsemaní, y allí lo llevó a arrestar (Comentario Hokma).

  • El hecho de que Judas eligiera un lugar silencioso de oración, que conocía bien por haber acompañado a Jesús en tantas ocasiones, como el sitio para traicionarlo, nos muestra hasta qué punto puede corromperse el comportamiento de alguien que ha caído en la tentación. Al no haber velado ni orado, cayó en la prueba y fue arrastrado por la codicia del dinero, actuando de manera vil y transformándose por completo.